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Devocional

Prohibido Olvidar

Prohibido Olvidar

La iglesia de Éfeso parecía ser cumplidora de la verdad y guardadora de santidad.  Sin embargo, el Señor tenía algo en su contra, habían dejado su primer amor (Apoc. 2:4).

Ellos se esforzaban  por cumplir su labor, eran trabajadores, pacientes, no toleraban lo malo ni a los falsos profetas, habían sufrido por Cristo y a pesar de todo no habían desmayado, pero se olvidaron del mandamiento más importante: Amar al señor con todo su corazón (Mateo 22:37-38).

La palabra de Dios es el orden por el cual debemos vivir para que nos vaya bien, pero la razón de nuestra vida debe ser amar a Dios. Ese fue el propósito por el cual fuimos creados. Los efesios eran creyentes dedicados y cumplidores, pero habían descuidado su relación personal con el Señor. A pesar de  este gran descuido, Jesus interviene en medio del pueblo de Éfeso y les recuerda como inicio todo (Apoc. 2:5), como esa  pasión inicial fue la que los  movió para acercarse  a Dios y contarles a todos acerca de Él.  Les exhorta a  arrepentirse y cambiar su manera de vivir.  Este llamado a la iglesia de Éfeso también es para nosotros, debemos arrepentirnos de la indolencia y hacer algo para avivar la llama de la pasión por Dios. El amor no crece “automáticamente”; más bien disminuye a menos que intencionalmente lo cultivemos.  Todo este llamado a volver a amarle por encima de todo nos llevará a tener un  servicio desinteresado y genuino delante  de Dios.

A veces pretendemos amar a Jesús, pero esto me recuerda a una pareja de enamorados que estaban conversando por teléfono. El elocuente galán declaraba su amor por ella en los siguientes términos: Te amo tanto que por ti soy capaz de dar la vida. Haría cualquier cosa por ti, lo que me pidas. Atravesaría mares, cruzaría ríos, ascendería montañas, me enfrentaría con fieras salvajes, caminaría sobre carbones ardiendo. Entusiasmada por tan exuberante declaración de amor, la chica preguntó al muchacho: Mi amor, ¿Me vendrás a ver esta noche? Claro… responde el chico, siempre y cuando no esté lloviendo. Suena gracioso, pero así es de falso y superficial el amor de mucha gente hacia Jesucristo. Es amor de labios para afuera.  Levantémonos a servir al Señor con alegría y gozo llevando a las almas a Jesucristo y crezcan queriendo ser como nuestro señor Jesús.

Autor: Rev.  Osvaldo Rangel