Miércoles 6 de Marzo – En silencio me amó

“Él no cometió pecado ni jamás engañó a nadie». Cuando insultaban a Cristo, Él no respondía con insultos, y cuando sufría no respondía con amenazas. Él dejó todo en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. En la Cruz, Cristo cargó nuestros pecados en su propio cuerpo para apartarnos de ellos y para que vivamos como le agrada a Dios; por las heridas que él sufrió, ustedes fueron sanados. Ustedes eran como ovejas perdidas, pero ahora han regresado al Pastor y Protector de sus vidas.”
‭‭1 Pedro‬ ‭2:22-25‬ ‭PDT‬‬
¿Cuántas veces no hemos discutido por alguna cosa que nos ofende?
¿Cuántas veces no hemos pensado mal de otros cuando somos confrontados o simplemente cuando una autoridad nos da una instrucción que no nos agrada?
Creo que todos debemos levantar la mano, todos de alguna forma u otra hemos levantado nuestra voz o nuestros pensamientos para reclamar justicia o simplemente porque nos sentimos confrontados.
Si hay algo que me llama poderosamente la atención del pasaje con el que iniciamos fue la actitud de Jesús, quien teniendo autoridad no abrió su boca ante la injusticia, ante su dolor, ante su sufrimiento no levantó la voz, simplemente calló y ese silencio sublime debió cautivar a todo el cielo. Era el Dios del universo hecho carne, siendo maltratado, siendo insultado, siendo calumniado y a pesar de tener el poder y la autoridad, simplemente no abrió su boca por amor a todos nosotros.
A través de su silencio me amó. Su silencio es la declaración de amor más grande de todas, porque pudo defenderse y mostrar quien era, pero prefirió pagar el precio que tú y yo debimos pagar.
Él no fue obligado a pasar por esto, Él se entregó voluntariamente a este proceso. Su silencio me abrazo y me abraza tan fuerte que supera cualquier pecado, cualquier falta y cualquier error.
¿Cómo pudo soportarlo?
En su silencio, Jesús miró al Cristo resucitado en cada uno de nosotros, miro al Cristo formado en nosotros, no miro los insultos, miro los milagros que miles harían en su nombre, miro a los miles que serían libres de la muerte, miro a los miles que serían levantados de los escombros, miro a los niños siendo abrazados por sus brazos, no abrió su boca para que tú y yo pudiéramos hoy manifestarle. Y esa manifestación de Cristo en nosotros no es con tus fuerzas, es con la fuerza del amor que Él manifestó en la Cruz.
Cristo es la fuente de todo y murió en silencio para que a través de Él llegáramos a los pies de nuestro creador para que pudiéramos disfrutar del amor del Padre y así poder manifestarle a otros este amor.
Solo por un día piensa en todo el dolor que debió pasar para que tú y yo pudiéramos hoy disfrutar de la presencia de Dios, para que en sus fuerzas podamos manifestarle al mundo a Cristo.
En su silencio me amó y me sigue amando, porque no mira nuestros errores sino que espera ansiosamente que despertemos a su amor.
Recuerda hoy Jesús espera por ti, para que vuelvas a sus brazos de amor.
Autor: Jonathan Zapata

Miércoles 27 de Febrero- Garantía de Vida

“fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
Efesios 1:13-14
 
En el Nuevo Testamento Pablo tomó el término “arras” que era común en sus días, para hablar del Espíritu Santo, refiriéndose a él como una garantía de una promesa; en la antigüedad, las arras eran unas monedas de oro, las cuales tenían un costo bastante elevado y se veía como un anticipo de la provisión que el novio iba a dar a su novia mientras sea su esposa.
 
El Espíritu Santo como las arras; es la garantía que Dios ha de cumplir cabalmente todo lo que ha dicho de nosotros. Hemos sido comprados a precio de sangre pero más de allá de eso, el Novio ha pagado un alto precio por su Novia para aquel momento glorioso cuando vuelva por ella, y es ahí, las arras (Espíritu Santo) quien nos garantiza que ha de suceder, porque lo que disfrutamos aquí es temporal y lo que está por venir es eterno. Cuando Dios puso sus arras en nosotros, El se comprometió por todo tiempo y eternidad. El Espíritu Santo es las Arras de Dios, el anticipo del pago de Dios por nuestra salvación. Nosotros, al presente, no tenemos todas las cosas que habremos de recibir. Hay algo pendiente. De hecho, esto inquieta nuestra imaginación. Si el Espíritu Santo es solo parte de lo que hemos de recibir, y El es Dios, y Dios es todo, ¿qué ha de ser el resto?
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” Romanos 8:24-25
Hay una vida más allá de la terrenal, a la que Jesús mismo señaló diciendo que prepararía morada para nosotros y nos dejó una garantía que volvería; a su Espíritu Santo en nosotros, que nos recuerda que tenemos una ciudadanía especial, una ciudadanía celestial; muy por encima de la nación a la que pertenezcamos. Su Santo Espíritu nos garantiza que solo transitamos por éste mundo pero que hay un Reino mayor. Y esto, ha de suceder muy pronto.
Oremos para que el Espíritu Santo nos siga preparando para aquel momento en el que nos encontraremos con nuestro amado, CARA A CARA.
DIOS TE BENDIGA
Autor: Jonatan Lezcano

Martes 26 de Febrero- Comunión de Hijos

“en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…”
Efesios 1:5
Cuando de hijos se refiere, podemos detallar que existen hijos biológicos e hijos adoptados, los primeros que por naturaleza son engendrados y los segundos, como resultado de una decisión de los adoptantes de su libre voluntad. En efecto, legalmente se produce un cambio para ese hijo adoptado, pues ya es legítimo y goza de los derechos como si fuese un hijo biológico. Ahora bien, el hijo biológico nace con los rasgos genéticos y características que le fueron transmitidas de forma natural, no obstante, el adoptado paulatinamente va adquiriendo las costumbres, forma de vida y cultura de la familia que lo adoptó.
Al momento en que decidimos creer en Jesús, sin importar las circunstancias ni las situaciones que atravesábamos, las verdades de Jesús se convierten en realidad para nosotros y se empieza a formar en nosotros el carácter e imagen de Cristo. En efecto, fuimos adoptados por Dios, sin embargo, gradualmente en nosotros se va desarrollando la transformación del viejo hombre al nuevo hombre. Un proceso que día a día conlleva a morir a nuestra naturaleza pecaminosa,  para vivir en la vida que el Espíritu de Dios ahora nos comienza a introducir.
 
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…” Gálatas 2:20
Es decir mi amado hermano, que usted y yo, diariamente morimos a la vieja naturaleza, y diariamente se desarrolla el carácter de Cristo y Su Imagen en nosotros.  De manera que cuando no tomamos tiempo para estar en comunión con nuestro Dios perdemos la oportunidad de seguir adquiriendo sus características y cultura, por ende, cada mañana al despertar podemos conocer su voluntad para ese día en particular y que cosas Él desea modificar y corregir en nosotros.
Puedo confesarles, amados, que para mi fue difícil comprender esto, llegue a pensar que estaba en una condición agradable para Dios, sin embargo, el Espíritu Santo me permitió atravesar situaciones que me revelaron áreas de mi vida que necesitaban ser  rendidas  delante de Él. Sin esa entrega voluntaria  no podria ser más como Él, no podré manifestarle cómo hijo. Cómo dice un dicho: el hijo es reflejo del padre y esto es lo que Dios espera de nosotros cómo hijos adoptivos, ser reflejos de Él aquí en la tierra.
Oremos para que el Espíritu Santo nos muestre las áreas que deben ser rendidas a Jesús y permitamos que obre conforme a su propósito, al final su deseo es que seamos semejantes a El, de manera gradual ir creciendo mediante los  procesos en los que nos introduce para enseñarnos, corregirnos, moldearnos y hacernos a su imagen.
Dios te bendiga
Autor: Jonatan Lezcano

Lunes 25 de Febrero- ¿Hijos o esclavos?

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”
Romanos 8:15-16.
 
Todos de manera consciente o inconsciente, tenemos  la capacidad de adquirir conocimientos, comprender nuestro entorno y actuar en consecuencia a las experiencias que vivimos; es decir, que captamos información  a través de nuestros  sentidos, e interpretamos cada uno de estas en base a las experiencias previas vividas y hacemos manifiestas nuestras interpretaciones a través de nuestras acciones o conductas.
Esto nos lleva a comprender un poco  más acerca de la experiencia que Adán vivió en el Huerto. Entre los capítulos del 1 al 3 de Génesis, podemos ver como era la relación de Dios, con el hombre. Una, la relación que Dios anhela con sus hijos:  “CARA A CARA”, sin embargo, una vez Adán desobedece al mandato de Dios, sus ojos (sentidos) son abiertos, y pudo percibir su desobediencia (su pecado), lo que llevo a que codificará lo que había sucedido, por ende, su acción fue esconderse, por miedo a la reacción que Dios pudiera tener con Él. Esto fue algo que jamás había experimentado, fue una experiencia que lo marcó de por vida, que al día de hoy repercute en la humanidad.  Desde ese momento la percepción de Adán no fue grata, ya no percibía su relación con Dios de la misma manera. Una relación natural y sin estorbos; sino al contrario sentía que ya no era digno de estar cerca de Dios.
Increíblemente este relato que hemos leído muchas veces es el que a diario experimentamos cuando los afanes nos impiden escuchar a Dios, una vez que el enemigo se ocupa de confundir nuestros sentidos y mente, nos esclaviza a vivir una vida de devoción y comunión mediocre con nuestro Jesús que radica en el miedo y no en el amor por permanecer en Él. De esta forma el enemigo distorsiona nuestra percepción de lo que somos delante de Dios y como éste nos ve. Nuestra percepción de quienes somos en Dios, define nuestra relación con Él.  Dios espera a diario un CARA A CARA con sus hijos, y a medida que nos acercamos en este encuentro, aprenderemos que tenemos un Padre que nos ama, corrige y disciplina, cuando es necesario, con el fin de perfeccionarnos.
En un momento de mi vida mi relación con Dios fue como la de un esclavo, en la cual debía cumplir con muchas cosas para así obtener el favor de mi Señor, por ende, cuando fallaba y pecaba en alguna forma, me desacreditaba yo mismo y me lamentaba durante días; sin embargo, un domingo orando en la iglesia, Jesús habló a mi corazón y me dijo: “No has hecho nada y no hay nada que hagas para que yo te ame menos de lo que te amo”. Desde ese momento pude percibir mi relación con Dios de otra forma, en la que soy privilegiado por ser su hijo y no por mérito mío, sino porque  fui adoptado y elegido por Él.  Su amor supera debilidades, conceptos humanos, pecado y errores. El sacrificio de Jesús por nosotros supera todas estas barreras, el fue la personificación del amor de Dios hacia nosotros. Y esto no quiere decir que tengo libre acceso para hacer lo que quiero sino al contrario, este favor inmerecido me confronta, porque a pesar de mis errores el me ama y espera un crecimiento de mí en alguien mejor cada día, esto me lleva a luchar por permanecer en su presencia para ser formado a su imagen y semejanza.
Toma un tiempo hoy para conocer más acerca de  Jesús, y permite que hable a tu corazón, de seguro el Padre tiene muchas cosas que decirte.
Dios te bendiga
Autor. Jonatan Lezcano

Jueves 21 Febrero – Nuestra mejor arma: La oración

Muchos se preguntan como oír la voz de Dios, como estar en intimidad con Dios, como entender sus tiempos, como saber que hacer o no hacer. Esas son interrogantes que constantemente nos invaden y la respuesta a las mismas son la oración.
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La  oración eficaz del justo puede mucho.”
Santiago 5:16
Y que es orar? Es comunicarse con Dios, es hablar con Él, es entrar en ese lugar secreto y no salir hasta haber mantenido una comunicación fluida con ese Padre, donde clamamos por su presencia y por su pronto auxilio y sobretodo dónde sentimos su abrazo y cobijo.
Esa fue el arma más utilizada por Jesús, oraba en todo momento, sin cesar (Juan 17) y esa enseñanza fue seguida por sus apóstoles (Hechos 12: 1-11) y transmitida hasta nuestros días.  Con la oración tocamos el trono de Dios y en oración obtenemos muchas respuestas de Él.   Desde pequeños nos enseñan a orar, pero al crecer muchas veces olvidamos que contamos con esta arma poderosa para obtener respuesta de nuestro Padre, pues nos dejamos arrastrar por la inmediatez del mundo, olvidando que existe ese lugar secreto donde conectamos con Dios, donde solo existimos con Él.
Dios solo quiere que lo busquemos de día y de noche, pero solo podemos hacerlo orando.  Orar  no es solo pedir, a veces cuando comenzamos este camino cometemos ese error, convirtiendo nuestra conversación en una letanía de lamentaciones, cuando lo que debemos es agradecer y exaltar su nombre en primer lugar.
Dios siempre sabe cuales son nuestras necesidades y anhelos, a veces no tenemos que pedir nada para que el Padre haga, basta con que lo busquemos en oración para que Él nos oiga y responda sin tener que pedir.
Siempre escuchamos que la oración eficaz del justo puede mucho y es cierto.  Ejemplos en la Biblia existen por miles: Cuando Pedro cayó preso, la iglesia oró sin cesar (Hechos 12:5); Ana oró a Jehová y éste le dio a Samuel (1 Samuel 1:10-11)
No dejemos de orar, desechemos cualquier pensamiento que nos impulse a pensar que orar no es suficiente y que todo se puede por nuestras fuerzas, pues eso no es cierto. La oración es esa arma poderosa y la única que tenemos para estar en la presencia de Dios.  (Marcos 13:33)
Oremos: Señor, que mi oración no se agote, ayúdame a anhelar tu presencia. Que mi oración sea ese perfume grato a ti y que mi lámpara nunca se apague.
Autor: Aleika De León de González

Miércoles 20 Febrero – Tiempo de Intimidad

“Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.”
Isaías 26:9
Cuando más aprendamos a estar en la presencia de Dios, a oír su voz y disfrutar de su quietud, mayor intimidad con Él desarrollaremos.  La intimidad es una relación de amistad muy estrecha, muy cercana y de gran confianza.  No con todas las personas tenemos tiempo de intimidad.  Pero con Dios es diferente, debemos anhelar y buscar ese tiempo.  Es algo que debe nacer de nosotros.   Debemos tener sed y hambre de su presencia y entre más sea la intimidad que tengamos con Dios más podremos ver sus maravillas.
Como dice Isaías “..mi alma te ha deseado en la noche…. madrugaré a buscarte…” Así debe ser mi relación con Dios una constante búsqueda, de mañana y de noche.  No es tarea fácil pero se desarrolla creando un lazo de dependencia y necesidad de Dios, así lo hizo Jesús y por ello su relación con Dios Padre fue tan intima (Juan 14:12)
 Jesús buscaba a Dios en ese lugar secreto, su intimidad con Dios era constante, a través de la oración, para tener esa comunión, su vida fue completamente entrega a esa intimidad con su Padre (Lucas 5:16; Marcos 6:46; Juan 17:1-26; Lucas 22:41)
Lo mismo hizo David (Salmos 61:4 – Salmos 63:1), aunque tenían la certeza de que Dios siempre estaba con ellos, seguían teniendo la necesidad de tener tiempo de intimidad con EL.
Esa intimidad se encuentra cuando vamos a ese lugar secreto, a esa morada espiritual donde nos encontramos con Dios.  Como en toda relación la intimidad no va a surgir de la noche a la mañana, será un proceso, pero nosotros tenemos una parte fundamental en el mismo, debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo para llegar al Padre y ser sus hijos.
Oremos: Padre, anhelo tu presencia, anhelo nuestro encuentro diario, permite que mi búsqueda de ti crezca cada día, que nuestra relación sea de día y de noche, para que la intimidad de la misma sea profunda y oírte y esperarte sean mis constantes.
Autor: Aleika De León de González

Viernes 8 Febrero – Nuestra mirada puesta en Jesús

Nunca se han preguntado que puede satisfacer nuestras necesidades mas profundas, me refiero aquellas necesidades personales que prácticamente solo usted conoce, ni siquiera sus seres más allegados conocen. Y puede que estas necesidades en algún punto de nuestra historia se convirtieron en desilusiones, frustraciones, decepciones, desesperanzas, etc. 
Lo cierto es que el Señor Jesús, dijo lo siguiente: 
 “…porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Lucas 12:15 (RVR1960)
La vida no consiste en abundancias de bienes sino de tener FE en Dios y una correcta relación con Él. 
Jesus, también dijo: 

Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”Juan 6:35 (RVR1960)

 
Casi todos  tenemos a alguien o algo en quien o en que descargar nuestras penas, cuando la vida no nos sonríe o cuando las cosas no están saliendo como estamos esperando. Para algunos puede ser: 
 
  • La pareja con que convivimos
  • Los hijos que Dios nos da,
  • Nuestros padres, que aunque ya casados mantienen esa conexión con ellos
  • Una buena amistad
  • Su profesión
  • Seguir estudiando, en búsqueda de superación profesional
  • Su posición económica 
  • Y también están los que apoyan en la congregación o algún líder espiritual.
 
Antes de continuar debemos hacernos una pregunta:
¿Cual es nuestra fuente para satisfacer nuestras necesidades, materiales, del alma y espirituales?
En momentos difíciles tendemos a depositar nuestra confianza en fuentes terrenales como el listado anterior: pareja, padres, amistades, economía, líderes espirituales y estudios. 
¿Pero que hacer cuando alguna de estas fuentes terrenales, en las cuales nos apoyamos, nos fallan o nos faltan? 
Hay algo que toda persona debe tener claro en la vida, es que aparte de Jesucristo y Dios, todo es efímero. Hoy podemos tenerlo y mañana no, es una realidad con la que debemos vivir. Pero existe una realidad mayor y es que Jesús jamás te falla y jamás te hará falta. ¡Aleluya! y es que el ser humano ha sido diseñado con un vacío o hueco que tiene la talla de Cristo y sólo Él lo puede llenar. En esta vida debemos estar con nuestra mirada, nuestra fe y confianza puesta en el Señor.
 
Cuando pasamos por una crisis o suceso triste, ni el mundo, ni el tiempo se detiene por nuestro dolor, por esto apóyate en Dios, así como dice su Palabra: 
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.”
Hebreos 10:35-36 (RVR1960)
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
Juan 7:38 (RVR1960)
 
Hoy pídele al Espíritu Santo que te permita descansar en Él, que te permita ver que existe alguien que no falta, alguien que no falla, alguien que te ama tanto que murió por ti para que pudieras tener acceso directo al trono de la gracia. Cristo siempre esta y estará   para nosotros.  Pidámosle nunca apartar nuestra mirada de Cristo, autor y consumador de nuestra fe. 
Autor: Rev.  Adrian Figueroa