El Hijo de DIOS
¡Él es Jesús! – Apuntando con su mano a la Cruz dijo mi madre. ¿Quién es Jesús? – Le pregunté y ella respondió: “El Hijo de Dios”. Tuve curiosidad de conocerle, aunque pensé que no se veía muy feliz para ser el Hijo de Dios pues estaba clavado en la Cruz. Sin embargo ella dijo que Jesús me quería conocer y que si yo era un buen niño tendría que ir a la escuela dominical. Sentí emoción y deseo por asistir a conocer al Hijo de Dios, pero esos no eran los planes de mi maestra, quien puso un velo sobre mi alma. Ella solía decir que el Hijo de Dios aún sufría en la Cruz y que cada vez que me portaba mal Jesús sangraba. I concluía diciéndome: ! Por tu culpa ! ! Por tu culpa ! ! Por tu grande culpa !
A partir de ese entonces cada vez que le miraba clavado en ese madero sentía gran impotencia pues yo no quería que sufriera por mi grande culpa. Realmente me esforcé por no lastimarle, y cada vez que hacia una travesura o tenia malos pensamientos sentía su dolor. – ¿Qué grande pecado puede tener un pequeño? si de ellos es el Reino de los Cielos. Sin embargo yo no lo sabía. Con grande dolor en el corazón me despedí de Jesucristo, creyendo que algún día le ayudaría a bajar de la Cruz. Puse una barrera con Él y su Padre, resignándome a ese lugar después de la muerte llamado infierno, del cual hablaba mi maestra.
Crecí y me hice vasallo del rey alcohol, quien me enseñó a adormecer la conciencia. Juntos quebrantamos la ley de piedra que me enseñaron de niño. Saqueamos lugares y él me recompensaba con vanidades. Tanto adormecí mi conciencia que deje de sentir, fui cauterizado y esclavizado. Me di cuenta que la maestra mintió, no tuve que esperar a morir para llegar al infierno. Me convertí en un muerto en vida, anhelando que acabara mi agonía. Pero algo de lo que me quedaba de corazón decía que no era tiempo de rendirme. Fue cuando conocí al verdadero Hijo de Dios. Jesucristo quitó el velo de mi alma, me liberó, protegió y sanó mis heridas. Fue cuando entendí que Él ya no está clavado en la Cruz. Él está vivo y ya no sufre más por mis pecados.
Jesucristo derramó su sangre solo una vez y para siempre por la grande culpa de toda persona. Y así darle salvación a todo el que busque su nombre. La grande culpa de toda alma fue enterrada hace más de 2000 años, para que por los méritos del Hijo de DIOS toda persona encuentre libertad y vida eterna.
Te invito a compartir el verdadero significado de la Cruz y grites al mundo entero que el Hijo de DIOS está vivo.
“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos.”
Hebreos 9:28 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
Isaías 53:4-5 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Autor: Richy Esparza
Escrito para: http://destellodesugloria.org