El sentido de Tener Derecho
Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!» – Job: 1:21
La declaración anterior es una muy notable, especialmente si tenemos en cuenta que venía de un hombre que acaba de sufrir las más horrendas tragedias que lo llevaron a perderlo todo. En cuestión de minutos, Job fue informado por medio de diferentes mensajeros, uno tras otro, que había perdido todos sus bueyes, burros, ovejas, camellos, todos sus siervos, y lo más devastador de todo, había perdido a sus diez hijos.
El libro de Job trata acerca de sufrimiento físico, material, emocional e incluso espiritual, ya que durante el sufrimiento de Job, Dios permanece en silencio por largo tiempo. Job es descrito como “hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). En un abrir y cerrar de ojos, todas sus posesiones, todos sus siervos y todos sus hijos perecieron, pero ¿qué hizo Job ante estas tragedias? ¿Cuál fue su reacción? El verso 20 dice que: “Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración.” Job no culpó a Dios, ni sintió resentimiento hacia Dios, sino que en medio de su sufrimiento, alabó a Dios.
Hay personas que prosperan financieramente, gozan de buena salud, tienen un hogar maravilloso y una familia hermosa, todo lo cual es bueno y legítimo, sin embargo muchas veces empieza a brotar en ellos, desde su corazón, un falso sentido de “tener derecho” o “ser merecedores”. Las personas empiezan a sentir que hay reglas que ya no aplican para ellos, porque se han acostumbrado a la buena vida y sienten que tienen derecho a todo. Cuando este sentido de “tener derecho” se ha entronado en nuestras vidas, y por circunstancias perdemos esas cosas que apreciamos, la respuesta generalmente suele ser la ira.
La verdad es que ninguno de nosotros tenemos ningún derecho, ni merecemos nada; si creemos merecer algo, lo que en realidad todos mereceríamos sería una cruz. Debemos rendir ante Cristo, esa falsa percepción de que somos merecedores y tenemos derechos, y asumir la realidad en la cual “no somos merecedores”; cuando Dios nos da algo, debemos agradecerle y disfrutar sus bendiciones; pero cuando Dios quita, debemos, en humildad, continuar adorarlo a Él. Job no tenía la menor idea de por qué esto le estaba sucediendo, ni tampoco que Dios le había concedido permiso a Satanás para atacarlo debido a que era un varón justo. Job 1:22 dice: “A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.”
El libro de Job no nos da una respuesta definitiva acerca del sufrimiento, pero expone las respuestas incorrectas y las explicaciones simplistas que a menudo damos al sufrimiento. Expone el error de demandar y exigir arrogantemente a Dios curaciones milagrosas para nuestras dolencias, y también expone conclusiones teológicas equivocadas a las que llegamos acerca del sufrimiento. El libro de Job nos da total claridad respecto a las explicaciones equivocadas acerca del sufrimiento, pero no nos proporciona la explicación correcta, simplemente porque no la hay, no hay una explicación única que pueda ser aplicada a todo tipo de sufrimiento. Es extremadamente maravilloso cuando adoramos a Dios y confiamos en Él, no de una manera condicionada a lo que Él vaya a hacer por nosotros, sino de una manera real y genuina. El sufrimiento es una verdadera prueba de fe, donde aprendemos algo acerca de nosotros mismos y acerca de Dios, y al igual que Job, podemos salir puros como el oro.