Es tiempo!
2 Timoteo 2:2: “Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”
Cuando hablamos de discipulado pensamos que esto es algo complejo, difícil y a veces que no es para nosotros. Incluso, pensamos que se trata solamente de atender a los nuevos convertidos y que es misión de los que están en la clase de discipulado de la Escuela Dominical. De hecho, cuando hay que discipular, por lo menos a los nuevos, preferimos que alguien más vaya en lugar de nosotros.
Por ello, y para ilustrar más el tema, sentí que era necesario primero, aprender un poco sobre este concepto.
Número uno, no se puede hablar de discipulado, sin hablar antes del término discípulo.
Por definición, un discípulo es un seguidor, uno que acepta y colabora en la difusión de las doctrinas de otro. Por otro lado, un discípulo cristiano es una persona que acepta y colabora en la difusión de las buenas nuevas de Jesucristo.
Entonces, el discipulado cristiano es el proceso y no un programa, mediante el cual “los discípulos” crecen en el Señor Jesucristo y son equipados por el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones, para vencer las presiones y las pruebas y se vuelven más y más parecidos a Jesús. En su forma más simple, hacer discípulos no es más que la tarea diaria de enfocar a otros en la Palabra de Dios. Discipular significa estar involucrado en la vida de otras personas, con el fin de ayudarles a crecer en el camino de la fe.
En las congregaciones, la Escuela Dominical cumple en gran manera con esta misión. Pero hay que ir más allá. El discipulado en la iglesia debe ser algo integral, algo en el todos nos ocupemos.
Su Palabra nos dice claramente nos dice que todos debemos discipular:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Mateo 28:19-20
A este pasaje de Las Escrituras lo llamamos la Gran Comisión y es para todos.
Ahora bien, ¿qué requerimos para discipular? Si somos creyentes 100%, fieles, obedientes, cristianos que oramos, leemos y estudiamos la Biblia, ayunamos, asistimos a los cultos, entonces solo nos falta estar convencidos de que debemos hacerlo, porque siempre es Dios quien nos capacita para su ministerio. Nuestro único requisito es estar dispuestos, comprometidos, genuinamente interesados y repito, convencidos de que es más que un llamado, es un mandato divino, que no podemos eludir.
No esperemos a formar parte de la clase de discipulado; no esperemos a tener tiempo para hacerlo. No esperemos a que otro lo haga por nosotros. Tampoco esperemos a estar “mejor preparados”. No pensemos que no tenemos nada que dar o enseñar. Dios nos dice en Salmos 81:10 “Yo soy Jehová tu Dios, ….; abre tu boca, y yo la llenaré.. Y ya, que discipular es un proceso y no un programa, no esperemos a que la iglesia lance o fortalezca el programa de discipulado.
El tiempo es ahora, es ya, y el indicado soy yo, eres tú.
Autor: Cristina Ugalde