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Devocional

La preeminencia del amor a Jésus

La preeminencia del amor a Jésus

Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso:
“El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que camina en medio de los siete candelabros de oro, dice esto: ”‘Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Has sufrido, has sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has desmayado. Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar.” Apocalipsis 2:1-5
Cuando nos convertimos al evangelio suceden muchos cambios en nuestras vidas. Entre otras cosas, se aclara nuestro etendimiento acerca de Dios, del pecado, de la eternidad, asuntos en los que no meditabamos con frecuencia. Tambien nuestra mente es transformada, empezamos a crecer espiritualmente y comienzan a nostarse los frutos de la vida nueva.
La iglesia de Éfeso, fundada por el apóstol Pablo, había crecido y tenía testimonio de fidelidad, paciencia, perseverancia y celo por la sana doctrina. Esta iglesia también se oponía a la gente malvada y mentirosa que se oponían al avangelio. Aunque Jesús envía palabras de encomio a ésta iglesia, tambien le objeta que han perdido “su primer amor”. Lo que quiere decir esto es que los efesios,  en su afán por trabajar duro y mantener pura la moral y la doctrina, ya no tenían a Jesús como lo más importante en sus vidas. La observación era pertinente porque cuando Jesús no es nuestro más grande amor, nuestras relaciones son afectadas y hasta podemos olvidar lo valioso que es el perdón de nuestros pecados. “Volver a las primeras obras” significa la búsqueda de Dios en oración, amor por la Palabra de Dios, hambre por conocer más de Él, el deseo de congregarnos y tener comunión con los hermanos. En otras palabras, adoración, devoción, obediencia, sumisión, entrega absoluta, rasgos distintivos de un cristiano que tiene a Jesús como Rey y Señor. Lo demás, ministerio, poder, unción, viene por añadidura.
La amonestación a los Efesios es para nosotros también, no sea que el trabajar arduamente nos lleve a perder nuestro amor intenso por Dios.  Todo lo que hagamos debe hacerse por amor y con amor para el Señor, o no perdurará.
Autor: Ps. Angela Olascoagas