Aprendamos a decirle NO! a nuestros hijos
Después de una generación que les permitía todo a los hijos, ahora los especialistas dicen que saber educar es saber poner límites.
Usted, que es padre o madre, sabe qué difícil es educar a los hijos. Para los padres de hoy, nacidos o educados en los años ‘60 ó ‘70, disciplinar a los niños es más complicado de lo que se imagina. Dar un chirlo o imponer un castigo al hijo, ¡ni pensarlo!; esa generación de padres creció oyendo que nada es más saludable que dejar que los hijos manejen sus propias emociones, límites y potencialidades, porque así se formarán adultos creativos, curiosos y críticos, con mayor habilidad para tomar las decisiones de la vida. ¿Y ahora? ¿Qué hacemos con los adolescentes y jóvenes criados en este concepto, que están sin rumbo, sin encontrarle el sentido a la vida, desorientados, sin esperanza?
Marta, es un genuino producto de los años ‘60. Nació en 1963, dentro de una familia muy conservadora. Ella dice: -“Yo no tenía libertad para nada. Nunca pude discutir mis problemas con mi madre. Mi papá no me dejaba salir de casa casi nunca, y si desobedecía, ‘cobraba’”. Hoy, a los 38 años, Marta es madre de tres hijos. Los chicos pelean, corren los muebles del lugar, persiguen al perro sin importarles si ensucian el sofá, dejan tirada toda la ropa y los juguetes por la casa. -“Yo vivo un dilema”, dice Marta, -“Sé que necesito poner límites, pero no quiero repetir con mis hijos lo que mis padres hicieron conmigo. Tengo miedo de que en el futuro ellos me vean como una persona que vivía gritando y les cercenaba todo lo que querían hacer”.
Millones de padres en el mundo se sienten así. En el pasado, los padres exigían una obediencia ciega de parte de sus hijos. Los padres modernos no comparten esa teoría. Pero se modernizaron en exceso. No saben decir “no” y con esa actitud perjudican a sus hijos. La excesiva libertad produce adultos sin noción de los límites y las responsabilidades.
La psicoterapeuta Asha Phillips dice que desde los primeros meses de vida de los bebés, los padres deben establecer claramente ciertos límites. -“Padres que evitan decir ‘no’ en los momentos apropiados, están robándoles a sus hijos la capacidad de ejercitar sus emociones”. La terapeuta señala: -“Un chirlo simbólico, en un momento de rabieta del niño, puede ser una actitud saludable de parte de los padres”. Según ella es incorrecto permitir que los hijos hagan escándalos en el supermercado o mientras caminan en la calle con sus padres. De la misma manera, los adolescentes necesitan tener horarios para llegar a casa y así respetar a los demá s miembros de la familia. -“Quien dice ‘sí’ todo el tiempo, para no tener una imagen de autoritario, está creando una situación fantasiosa y peligrosa distante de la vida real”.
¡Al final Dios tenía razón! La sociedad probó todos los caminos: padres autoritarios y déspotas criando hijos temerosos que no quieren repetir su experiencia con sus propios hijos; padres liberales y extremadamente permisivos criando hijos desorientados, indisciplinados sin capacidad de enfrentar los verdaderos conflictos de la vida.
Dios, el creador de la familia, dejó algunos consejos muy claros y prácticos para que los padres pudiéramos formar a nuestros hijos como personas de bien. La Biblia nos enseña que los padres debemos aprender a amar a nuestros hijos con todo nuestro ser; educarlos en los valores y principios morales y espirituales; y disciplinarlos, no en el concepto de darles una paliza feroz, sino corrigiendo sus errores, poniendo los límites necesarios, sabiendo decir “no” cuando fuere necesario.
“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras” Hebreos 10:24.
Amado Señor: Hoy vengo a ti para agradecerte por todo lo bueno y maravilloso que has sido conmigo, quiero pedirte que me ayudes a cada día ser una persona que motive e inspire a los demás a vivir en amor y realizar buenas obras, lléname de tu sabiduría y amor para llegar a realizar este anhelo de mi corazón. Amén
¡Cuánta sabiduría necesitamos! Es hora de volver a los viejos pero cada vez más vigentes consejos que Dios nos dejó en la Biblia, no sólo para educar a nuestros hijos, sino también para aprender a ser felices.