A todo terreno
Dios claramente nos manda a predicar su evangelio para que todo el mundo pueda conocerlo. Tal vez nosotros hemos dado ese privilegio de conocer de Dios a un solo grupo de personas, tal vez sólo familia, pareja, amigos, etc. pero no a todo aquel que se aproxima a nosotros, gente que nos rodea y que, si bien no forma parte de nuestra vida, llega en algún momento a hacerse presente.
En la parábola del sembrador podemos observar que la semilla cayó en todo lugar, en tierra dura, en piedras, entre espinos y también en tierra fértil; haciendo una comparación con lo que es el predicar el evangelio, debemos entender que Dios no hace excepción de personas, Él brinda su amor, perdón y salvación a todo aquel que lo recibe, la semilla es la misma para todos, lo diferente es la tierra en la que caerá.
Quizás nosotros nos hemos abocado a solo llevar esa semilla, esa palabra, a personas que creemos que sí la recibirán bien, excluimos a personas que tienen una vida de pecado constante o son discriminados por la sociedad y no cumplimos con exactitud lo que Dios nos ha mandado.
La Palabra de Dios lo dice claramente “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15 (RV-1960)
Sólo Dios conoce el futuro, quién se salvará y quién no, así que nuestra misión está en predicar el evangelio de Cristo a todo aquel que nos rodea, sea cual sea la ocupación, la apariencia o la posición que tenga.
Si esa persona a la que le hablaste no quiere decidir por el amor de Dios no es culpa tuya, cumple tu parte dejando esa semilla y orando por esa persona.
Comencemos a esparcir esa semilla por doquier porque todos tienen el derecho y merecen tener la oportunidad de recibirla.
Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.