El corredor

John Curtis era un niño de 14 años con problemas para retener su flujo de orina durante la noche, de modo que todas las mañana tenía que cambiar sus sábanas y limpiar todo lo que había ensuciado. Pero el problema se agudizo cuando su mamá, impaciente por lo que estaba ocurriendo, comenzó a tender sus sábanas en la ventana de su casa, para hacer pública la situación  y de  ese modo, el muchacho por la humillación dejará de mojar la cama.

El pueblo donde vivía John era demasiado pequeño, todos se conocían y la noticia de las sábanas  mojadas, no tardó en llegar a oídos de sus compañeros quienes lo humillaban y ridiculizaban constantemente. Lo que había hecho su mamá y las palabras duras que recibía en su escuela, dejaron en su corazón un sentimiento de abandono total, se sentía desprotegido y expuesto todo el tiempo.

Para evitar más humillaciones, el muchacho salía corriendo de la escuela a su casa para quitar las sábanas y evitar así que fueran vistas por sus compañeros. Pasó el tiempo y ese constante esfuerzo, logró desarrollar en él una gran velocidad, sus piernas se habían fortalecido, tenía una gran resistencia y se desarrolló en él un instinto  por el cual tenía que llegar a destino antes que los demás.

Al año siguiente comenzó a correr en un equipo de atletismo y diez años más tarde, John Curtis se había convertido en un corredor olímpico, quién además había ganado varias medallas de oro. En una entrevista que le hicieron por causa de su éxito deportivo, John no dudó en darle crédito a su madre por tales logros como corredor.

La historia autobiográfica  de Michael Landon, plasmada en una película emitida por primera vez en 1976 y que ganó mucha aceptación por el público. Algunas críticas favorables no dejaban de mencionar como en la vida, incluso las humillaciones canalizadas adecuadamente, pueden volverse favorables con el tiempo.

La verdad en esos momentos  de crisis, es muy difícil saber por qué a uno le toca atravesar situaciones tan complicadas, las preguntas emergen y apoyado en la promesa de Romanos 8:28, nuestra mente finita no logra comprender la relación de los sucesos con el plan de nuestro Padre en los cielos para nuestra vida.

Quizás no todo lo que planificaste en el pasado año ha salió como esperabas. Pero no te desanimes. Los planes de Dios son más grandes que nuestro sentido de comprensión. Él tiene medallas olímpicas para quienes perseveran en la carrera, confían en su nombre y están dispuestos a creer que su situación es simplemente momentánea.

En momentos así nuestra vida se convierte en una escuela en la que Dios, todos los días, nos enseña, una nueva lección. Su Poder es tan grande, que aun nuestros errores pueden tornarse favorables. Solo recuerda que todo el esfuerzo que hacemos para mantenernos fieles a Dios a pesar de nuestras circunstancias, es una siembra que dará un fruto agradable a su tiempo.

“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo su gavillas.”  Salmos 126:5-6 (RVR 1960)

Gracias Señor porque tú tienes un plan perfecto.

 

Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.