Un antiguo socio de Marco y su esposa habían decidido volver a Japón, pero esta vez como misioneros independientes, con sustento propio porque habían llegado a comprender la necesidad que tenían muchas personas en ese país de escuchar el evangelio y de recibir a Jesús en su corazón como su Salvador.
Mientras compartían una rica merienda en su hogar, Camila, la esposa de Marco, le pidió que les diera cien dólares para iniciar su ministerio. Aunque este monto significaba para él un gran recorte en su presupuesto y más porque recién había empezado a trabajar, decidió hacerlo porque sabía que estaba haciendo lo correcto.
Dos días después, el administrador del complejo de apartamentos, quien les había alquilado el suyo pocas semanas atrás, se encontró con Marco y le preguntó:
– ¿Quieren algunos muebles?
-¡Claro que sí! -dijo Marcos, con una sonrisa en sus labios, pues tenían poco más que sus maletas para poner en el apartamento.
El administrador les entregó un bonito sofá, una mesa de esquina, una mesita para café, lámparas, una cama doble, un tocador con espejo y dos cómodas laterales. Había decidido alquilarles el departamento amoblado sin cobrarles ningún monto adicional. Consideraron este favor como un verdadero regalo de Dios.
Este hecho de la vida real, es un claro ejemplo del amor y la fidelidad incondicional de Dios, porque Él siempre recompensa a quien brinda ayuda a alguien más necesitado.
Este día te animo a ayudar de alguna manera a un niño que vive en la calle, a un anciano, una viuda, un huérfano, un enfermo, un misionero; no con la intensión de recibir algo a cambio, sino porque no hay mayor satisfacción que el haber ayudado a una persona en necesidad.
No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. Proverbios 3:27 (RVR1960)
¡Ayuda a una persona a superar sus dificultades y te sorprenderás de la manera cómo Dios retribuye ese gesto de amor!
Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.