Martes 2 de abril – Refugiado
“El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del Todopoderoso. Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío, confío en ti».”
Salmos 91:1-2 PDT
Cuantas veces has leído este pasaje? Yo en lo personal, pude haberlo leído un montón de veces y la verdad siempre que lo leo recuerdo que en Él tengo protección y cuidado, pero se quedo en mi como un conocimiento teórico, más que como una realidad que vivo día a día.
Ayer compartíamos acerca de donde ponemos nuestra mirada, nuestra mirada puede estar puesta en la aflicción o en aquel que ya venció la aflicción. Y como cristianos nos es difícil en ocasiones mantener nuestra mirada y pensamientos en nuestro protector.
Lo digo porque en estos últimos meses he estado bajo diversas dificultades, pero cada una de estas dificultades condicionaban mis emociones. Llegaba a pensar que esos ataques iban a definir mi destino. ¿Porque sabiendo que en Él tenemos protección seguimos pensando que el enemigo tiene el poder de definir nuestro destino?
Solo aquel que ha estado en aflicción y desesperanza puede hablar de la protección de Dios en medio de esa situación. Es por esto que cada aflicción que pasamos es una oportunidad para decirle a nuestro enemigo, no creo que esta pequeña y momentánea tribulación me va a destruir, al contrario tengo a aquel que ya venció todo en la cruz y creo en sus palabras. Cada aflicción que pasamos es un momento para recordar las palabras que nuestro Padre Celestial nos compartió en lo íntimo. Sus palabras tienen cumplimiento, Él no es hombre para mentir y cuando Él nos dice: “El que habita bajo el abrigo del altísimo se acoge a la protección del Todopoderoso”, es porque en Él hay protección para el más débil, para aquel que ya no tiene fuerzas. Cada aflicción que pasamos es una oportunidad para que corramos a sus brazos de amor. Y no es que Dios quiera que pasemos por aflicción, pero JESUS lo dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo.” A nosotros nos toca confiar que en medio de estas aflicciones el ya venció. No miremos el problema, miremos a Cristo que ya venció, miremos al consumador de la obra perfecta. Mirar a Cristo tiene que ver con ver lo que Él ya hizo, con creer en las palabras que Él dijo y no mirar el problema, sino confiar en que su palabra se cumplirá.
La protección de Dios viene por decidir habitar bajo su sombra. Cuando habito bajo su sombra, decido estar bajo su autoridad. Su protección es algo inherente de su habitación. Por eso dice Su Palabra, que el que habita se acoge a su protección. No es algo que se busca, es algo natural de nuestro Padre Celestial. Todo buen Padre anhela proteger a su hijo y a diferenciar de un padre terrenal, nuestro Padre Celestial es omnipresente y puede protegernos de todo mal que puede asecharnos.
Si estás pasando por dificultades, recuerda que tienes quien te proteja, Él está esperando a que corras a sus brazos para que con amor dirija nuestros pasos al propósito eterno al cual nos llamo.
Recuerda JESÚS espera por ti cada mañana.
Autor: Jonathan Zapata