Muchos se preguntan como oír la voz de Dios, como estar en intimidad con Dios, como entender sus tiempos, como saber que hacer o no hacer. Esas son interrogantes que constantemente nos invaden y la respuesta a las mismas son la oración.
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”
Santiago 5:16
Y que es orar? Es comunicarse con Dios, es hablar con Él, es entrar en ese lugar secreto y no salir hasta haber mantenido una comunicación fluida con ese Padre, donde clamamos por su presencia y por su pronto auxilio y sobretodo dónde sentimos su abrazo y cobijo.
Esa fue el arma más utilizada por Jesús, oraba en todo momento, sin cesar (Juan 17) y esa enseñanza fue seguida por sus apóstoles (Hechos 12: 1-11) y transmitida hasta nuestros días. Con la oración tocamos el trono de Dios y en oración obtenemos muchas respuestas de Él. Desde pequeños nos enseñan a orar, pero al crecer muchas veces olvidamos que contamos con esta arma poderosa para obtener respuesta de nuestro Padre, pues nos dejamos arrastrar por la inmediatez del mundo, olvidando que existe ese lugar secreto donde conectamos con Dios, donde solo existimos con Él.
Dios solo quiere que lo busquemos de día y de noche, pero solo podemos hacerlo orando. Orar no es solo pedir, a veces cuando comenzamos este camino cometemos ese error, convirtiendo nuestra conversación en una letanía de lamentaciones, cuando lo que debemos es agradecer y exaltar su nombre en primer lugar.
Dios siempre sabe cuales son nuestras necesidades y anhelos, a veces no tenemos que pedir nada para que el Padre haga, basta con que lo busquemos en oración para que Él nos oiga y responda sin tener que pedir.
Siempre escuchamos que la oración eficaz del justo puede mucho y es cierto. Ejemplos en la Biblia existen por miles: Cuando Pedro cayó preso, la iglesia oró sin cesar (Hechos 12:5); Ana oró a Jehová y éste le dio a Samuel (1 Samuel 1:10-11)
No dejemos de orar, desechemos cualquier pensamiento que nos impulse a pensar que orar no es suficiente y que todo se puede por nuestras fuerzas, pues eso no es cierto. La oración es esa arma poderosa y la única que tenemos para estar en la presencia de Dios. (Marcos 13:33)
Oremos: Señor, que mi oración no se agote, ayúdame a anhelar tu presencia. Que mi oración sea ese perfume grato a ti y que mi lámpara nunca se apague.
Autor: Aleika De León de González