Jueves 14 de Marzo – Madurando la identidad de Hijo
“…pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño…” (1 Corintios 13:10-11 NVI)
Mi primito Sebas de 5 años le dijo a su mamá: “yo ya no quiero a mi papá, él se fue y nos abandonó”. Para él era muy difícil entender que papá trabaja como marino y debe embarcarse por varios meses. Su padre se las ingenió para mostrarle que él no había sido abandonado; le hizo un video desde el bote mostrándole las hazañas que hacía en el mar y un mensaje diciéndole cuánto lo ama, con ello no solo sanó su corazón , sino que se convirtió en su ejemplo aún sin estar presente.
El ejemplo de Sebas nos refleja a muchos de nosotros. Como niños pequeños, nos sentimos abandonados cuando percibimos la ausencia del Padre. Su aparente abandono nos hace sentir víctimas o culpables. Nos sentimos víctimas cuando creemos que el Padre simplemente dejó de amarnos y se fue; y culpables cuando creemos que nuestra falla ha sido tan grande que se avergonzó de nosotros.
L
as “ausencias” del Padre son un proceso de fe para desarrollar carácter y madurez. Necesitamos experimentar la renovación de nuestras mentes; llevarlas de la expectativa natural a la eterna. En la expectativa natural, un hijo que no ve a su padre es un hijo abandonado; en ella nos mostramos como niños. Pero en la expectativa eterna, un hijo hijo que “no ve” a su Padre, esta siendo perfeccionado a la imagen de a Cristo, y va siendo transformado en adulto. Cuando más ausente lo sentimos, es cuando mas hazañas esta haciendo a nuestro favor. Permitamos que la perfección de Jesús borre todo pensamiento de niño que nos hace sentir abandonados.
Oremos: Padre, gracias por tus bendiciones y hazañas, trae a mi una mente renovada, borra con tu amor la identidad de abandono y hazme nacer de nuevo en mi identidad de Hijo amado. Permíteme como a Pablo: “…dejar atrás las cosas de niño.» (1 Corintios13:11).
Autor: Keila Alabarca.