Lunes 25 de marzo – Camino mirándole a Él
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;”
Hebreos 12:2-4 RVR1960
¿Cual es mi gozo al final de la carrera?
El mayor gozo que podremos tener en nuestras vidas al final de la carrera es poder ver a Cristo formado en nosotros y el Cristo formado en nosotros no es más ni menos que el propósito de Dios manifestado en nuestra vida. Hoy no vamos a hablar del propósito, pero si de como Cristo permaneció en el propósito sin desviarse.
El pasaje con el que iniciamos es una invitación a iniciar la carrera de la vida teniendo presente a Jesús. Siempre hemos puesto a Jesús como un superhombre y no mal interpreten mis palabras, no estoy menospreciando la grandeza qué hay en Él, sino que quiero resaltar su humanidad. Jesús fue un hombre como tu y cómo yo, que sufrió rechazó y una muerte muy dolorosa por llegar a cumplir el propósito al cual Dios lo había llamado, su mirada no se centró en las contradicciones del camino, sino en la meta. A pesar de su humanidad nunca se rindió en medio del camino, sino que puso su mirada en el cumplimiento del propósito. Su permanencia en el propósito se debió al tiempo que paso con su Padre en lo secreto. Existen muchos pasajes en donde se puede ver como Jesús apartaba todos los días un tiempo de intimidad con Dios.
Dios ha depositado en nosotros un propósito eterno que debemos cumplir, esa es la carrera de la vida en la que estamos y en medio de esa carrera habrá muchas tormentas, tribulaciones y piedras que tratarán de desenfocarnos del propósito al cual Dios nos llamó, es por esto que es importante mantener mi mirada en Jesús y ver qué a pesar de ser como tú y cómo yo, él permaneció hasta el final, sin desviarse del propósito. Para no dejar de ver a Jesús, debemos estar constantemente compartiendo con Él y la única forma de hacerlo es separar un tiempo para Él, para conocerle y en este compartir con Él cualquier problema que tengamos será insignificante comparado con el entendimiento que tendremos de la vida de Jesús. No menospreciemos lo que Él sufrió por nosotros para que podamos vivir el propósito al cual Dios nos llamó.
Por un día olvídate de tus problemas y circunstancias, y recuerda lo que Él sufrió para que podamos acercarnos al Padre, simplemente pidámosle querer conocerle mucho más y que nuestra pasión por el crezca.
Separa un tiempo para conocerle, recuerda Jesús espera por ti cada mañana!!
Autor: Jonathan Zapata