Viernes 26 de Abril – El Dios que ve
Un misionero colaboraba como médico en África, muchas veces tenía que salir en su bicicleta en medio de la jungla para el pueblo a buscar medicamentos y dinero que le enviaban desde los Estados Unidos. El viaje duraba dos días, así que él tenía que acampar una noche.
Un día en uno de los viajes encontró a dos hombres peleando, uno quedo herido y el otro salió huyendo, así que é le brindo ayuda y lo llevo hasta la casa donde vivía. Semanas después en la ciudad, se le acerco el hombre que había sido golpeado y le dijo: yo sé qué usted va a la ciudad a buscar cosas, pero el día que usted me encontró herido, mis amigos y yo lo seguimos por la jungla porque planeamos esperar que se durmiera, para matarlo y tomar las cosas y el dinero. Pero cuando íbamos a atacarlo, vimos la tienda rodeada de 16 guardias armados, nosotros solo éramos 4, así que desistimos de nuestras intenciones. El misionero escucho todo y le dijo, que eso era imposible ya que él siempre viajaba solo, pero el hombre insistió en su versión de los hechos y le dijo que no solo él había visto los guardias, sino que sus amigos también los habían visto y que estaban asustados y por eso se fueron. Que él discutió con uno de los amigos quien lo culpaba por no haber podido lograr su cometido, ya que él había planeado el atraco, y aquel hombre le pidió perdón.
Meses después el misionero asistió a un seminario en Michigan en donde contaba sus experiencias en el campo misionero, entre ellas, contó sobre último que le había sucedido. Uno de los asistentes se puso en pie e interrumpió al misionero y dijo algo que dejo a los asistentes atónitos: nosotros estuvimos con usted en esa noche en África. Llegue a la Iglesia a recoger algo que fui a dejar al auto, y ahí Dios me dijo que orara por usted, el sentir fue tan fuerte que llame algunos hermanos para que me ayudaran a orar por usted por protección, esto lo hicimos en el salón donde están las fotos de los misioneros que apoyamos, sin saber el peligro que estaba pasando, solo nos guiamos por la imagen de la foto. Nosotros estuvimos ahí esa noche con usted protegiéndolo en oración y como testimonio aquí están todos los hermanos que estuvimos intercediendo en ese momento. En el instante uno a uno se fueron poniendo de pie, y para sorpresa del misionero al ir contándolos, el número exacto fue de 16 hombres. Toda la audiencia quedo en silencio y perplejos por buen rato.
Meditando en esto, recordé una estrofa del himno:
“El Cuidara de Mí” que dice: Siempre que soy tentado, o que en la sombra estoy,
Más cerca de Él camino, y protegido voy.
CORO
Feliz cantando alegre, yo vivo siempre aquí:
Si él cuida de las aves, cuidará también de mí.
La Biblia es un libro que contiene historias: de fe, milagros, amor, hasta de acción. Pero Gn.21: 14-20, narra una triste historia, que de seguro ha sido escuchada o conocida por muchos, en donde se experimenta la protección de Dios.
Agar (la esclava) sierva de Sara (esposa de Abraham) experimento en dos ocasiones lo que era estar en el desierto.
La primera vez fue en (Gn.16), cuando después de haber sido entregada a su sr. Abraham como mujer y quedar embarazada, su sra. Sara la empieza a tratar mal al punto que la hizo huir al desierto. Allí tiene un encuentro con el ángel de Jehová quién le pregunta que hace ahí y le dice que regrese con sus amos, que confié que Él tiene promesa para su descendencia.
Y la segunda vez (Gn.21. 10 y 14) creo que la vivió peor, pues en esta ocasión fue echada con todo e hijo ya que estaba divagando por el desierto y como si fuera poco se le acabaron las provisiones, así que no le quedo de otra que dejar a Ismael debajo de un árbol y a distancia llorar y ver como iría muriendo su hijo (deshidratado y con hambre) poco a poco. En lo personal no soy madre; pero eso debió ser una situación dolorosa y desesperante para Agar.
En el tiempo de Abraham el hijo de una esclava podía cambiar su herencia por su libertad. La posición de Sara (21:10) parece mostrar que ella trataba de forzar a Ismael a ejercer ese derecho.
La versión RVR y la NTV utilizan la palabra errante – que significa: sin rumbo fijo, extraviado, sin dirección; o sea su estado de ánimo emocional era tan terrible que ella no sabía ni qué hacer ni a donde ir. Lo bueno es que este libro también es un libro de esperanza y como pocas historias, esta SÍ! Tuvo un final feliz, ya que a través del v.17 “Dios escucho llorar al muchacho…y le dijo a Agar No tengas miedo!…Dios ha oído llorar al muchacho allí tendido en el suelo”. Aquí vemos el amor de Dios, pues el oyó su voz e hizo un milagro.
Alguna vez te has sentido rechazado, angustiado, decepcionado? A lo mejor ella imagino que hasta allí llegaba su destino (tanto el de ella como el de su hijo) y que el DIOS VIVIENTE (en hebreo El-Roi) que le vio una vez se había olvidado de su promesa para con ella y los suyos. Pero como Dios es Fiel y Misericordioso obro a favor de ellos.
El desierto de Beerseba no pudo ocultar a Agar ni a su hijo de la Omnisciencia de Jehová. Todo esto era parte del plan y propósito divino para con Agar e Ismael.
Hay momentos en la vida que sentimos (literal) el mundo se nos cae encima, y perdemos nuestro norte, pero lo cierto es que: Crisis no es señal de fracaso, derrota o final; pero si la oportunidad de conocerle más y de que Dios se glorifique en nosotros. Desierto puede sonar a escasez, pero también muestra provisión; ya que el desierto es solo para atravesarlo; no para quedarse.
Así como Dios vio y escucho todo lo que estaba viviendo el pueblo de Israel (Ex.3: 7), de igual manera Él ve y escucha TODO lo que sucede a tu alrededor. Dios siempre nos va a oír en donde estemos (Sal.20: 1). Aunque Isaac era el hijo de la promesa; Dios jamás abandono a Ismael (Gn.21: 20).
No sé cuál es tu desierto; pero sí sé que Él tiene cuidado de ti en todo momento y que envía ángeles ministradores a tu favor (Sal. 5: 12). No te desvíes! de la ruta, sigue las señalizaciones que muestra la palabra de Dios.
Cristo es nuestra fuente; el Espíritu Santo nuestro GPS y la Biblia nuestra lámpara.
No des la vuelta (como Agar) y te sientes a ver como frente a ti se desmorona: tu familia, tu salud, tu integridad, tu vida espiritual, tu estabilidad emocional, tus finanzas, etc.. Más bien dobla tus rodillas allí en el desierto y clama al “Dios de pactos”(Sal 20:1)
El-Rohi que tuvo un encuentro personal con Agar quiere establecerlo contigo.
Todo aquel que quiera puede recibir la salvación por la obra redentora de Jesús realizada en la cruz. Refúgiate en Cristo, Él jamás te dejará avergonzado.
“Torre fuerte es el nombre de Jehová; a Él correrá el justo, y será levantado”. Proverbios 18:10
Autor: Itzel De León