Hambre por el ayuno
Si desea acercarse a Dios, recuerde que ayunar es una secreta fuente de poder.
Qué es el ayuno?
Ya que hay tantos malentendidos sobre él, en primer lugar, quiero aclarar lo que no es el ayuno bíblico. El ayuno no es meramente pasarse sin alimentos durante un periodo de tiempo; tampoco es algo que hacen solamente los fanáticos. Realmente quiero hacer entender el punto. El ayuno no deben hacerlo solamente los monjes religiosos que están solos en una caverna en algún lugar. La práctica del ayuno no está limitada sólo a los ministros o las ocasiones especiales.
Expresado de modo sencillo, el ayuno bíblico es privarse de alimentos con un propósito espiritual. El ayuno siempre ha sido una parte normal de una relación con Dios. El ayuno lleva a la persona a una relación más profunda, íntima y poderosa con el Señor.
Cuando uno elimina los alimentos de su dieta durante cierto número de días, su espíritu queda desbloqueado de las cosas de este mundo y se vuelve increíblemente sensible a las cosas de Dios.
En Mateo 6, Jesús dio la pauta por la cual cada uno de nosotros debe vivir como un hijo de Dios. Esa pauta aborda tres obligaciones concretas del cristiano: dar, orar y ayunar. Jesús dijo: “Cuando des…”, y “Cuando ores…”, y “Cuando ayunes”. Él dejó claro que ayunar, al igual que dar y orar, era una parte normal de la vida cristiana. Debería darse tanta atención al ayuno como se le da a dar y orar.
Según las palabras de Jesús, es obligación de todo creyente ayunar. Cuando se dirigió a los fariseos para contestar en cuanto a por qué sus discípulos no ayunaban, Jesús respondió: “¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán” (Lucas 5:34-35).
Jesús no esperaba que sus discípulos hicieran algo que Él no hubiera hecho también. Jesús ayunaba, y según palabras de Pedro, Jesús es nuestro ejemplo en todas las cosas (1 Pedro 2:21).
Hay otro punto vital que quiero que usted vea en Mateo 6: Dios se deleita en dar recompensas. Él dice que cuando en su vida practique dar, orar y ayunar, Él le recompensará en público.
Un buen ejemplo de tal recompensa pública puede encontrarse en Daniel. Mientras estaba cautivo en Babilonia, su ayuno—hasta el ayuno parcial de ciertos alimentos—produjo la abierta recompensa de Dios, quien bendijo a Daniel con sabiduría por encima de cualquier otra persona en aquel imperio.
Más adelante, en el capítulo 10, Daniel estaba triste y cargado por la revelación que había recibido para Israel. Durante tres semanas, no comió panes ni carnes escogidas ni bebió vino. Luego, él describe al ángel que le fue enviado—el cual había sido retrasado por el príncipe de Persia durante veintiún días—y que traía las respuestas que Daniel buscaba. Su ayuno rompió el poder del que retrasaba y liberó a los ángeles de Dios a fin de que los propósitos de Dios pudieran ser revelados y cumplidos.
El ayuno también hace que Dios se dirija a los hijos de usted. Además, da salud y sanidad a su cuerpo, al igual que prosperidad económica y las bendiciones de Dios.
Si es su deseo estar más cerca de Dios, o tiene una gran necesidad de grandes victorias en su vida, recuerde que nada sera imposible para usted. ¡El ayuno es verdaderamente una fuente secreta de poder!
La Palabra de Dios está llena de maravillosos testimonios de aquellos que tuvieron éxito. Fue durante un ayuno de cuarenta días cuando Moisés recibió los Diez Mandamientos (Éxodo 34:27-28).
Cuando Amán ordenó la aniquilación y el saqueo de todos los judíos, Ester llamó a todo el pueblo judío de su ciudad a unirse a ella en un ayuno de tres días sin comer nada ni beber agua. Como resultado, los judíos fueron salvados (ver Ester 4-7). Ana, muy afligida por no poder tener un hijo, “lloró y no comió”, tal como se registra en 1 Samuel 1:7. Dios oyó su clamor, y nació el profeta Samuel.
Tipos de ayuno
Los tres tipos de ayuno que se encuentran en la Escritura son: ayuno absoluto, ayuno normal y ayuno parcial. En primer lugar, un ayuno absoluto es extremo, y solamente debería hacerse durante cortos periodos de tiempo. En un ayuno absoluto, no se ingiere nada: ni alimentos ni agua. Dependiendo de su salud, este ayuno debería hacerse solamente con consulta y supervisión médica.
En un ayuno normal, uno típicamente se abstiene de alimentos de cualquier tipo durante cierto número de días. Sí se bebe agua, ¡y mucha! Dependiendo de la duración del ayuno normal, usted también puede escoger tomar sopas claras y jugos a fin de mantener sus fuerzas.
Y luego está el ayuno parcial. Este implica pasarse sin alimentos y bebidas concretas durante un largo periodo de tiempo.
La duración de los ayunos puede variar. Pueden ser de tres, siete, veintiún y cuarenta días. Pero también los hay de medio día y 24 horas.
No hay una fórmula que yo pueda darle para ayudarle a determinar qué tipo o duración de ayuno es correcto para usted. Eso debería depender de sus circunstancias, pero no se enrede en los detalles. Comience con un día, desde el amanecer hasta el atardecer. Se sorprenderá por la diferencia que marcará aunque sea un ayuno parcial de un día o un ayuno normal en su vida.
Cuando yo era adolescente, ayunaba todo el día del domingo hasta después del servicio en la iglesia. Eso me hizo mucho más sensible al Señor. Estaba tan espiritualmente sintonizado en eso, que no importaba si alguna otra persona obtenía una bendición ese día o no, ¡yo ciertamente la obtenía!
No intente hacer más de lo que pueda manejar, no hay necesidad de ser un héroe. Sencillamente comience. Una vez que descubra los beneficios, estará de camino para hacer de ello una práctica.
Entendiendo Qué es el Verdadero Ayuno.
A. Ayunar y buscar a Dios.
El ayuno, para que tenga un valor real, debe estar acompañado de búsqueda de Dios. Durante todo el tiempo que dura el ayuno debo estar alimentando mi vida espiritual: Oración, confesión, renuncia, meditación en la Palabra de Dios, alabanza y gratitud.
Mientras ayuno, debilito y renuncio a mis deseos naturales, físicos y carnales. Y mientras busco a Dios fortalezco mi vida espiritual y mi fe. Crece el poder de Dios en mi vida.
B. El Ayuno es Mucho Más que no Comer.
No es sólo ayuno de comida y bebida. Es ayuno de todo aquello que es placentero para mi carne y mis deseos humanos. No estamos hablando de cosas pecaminosas que ya sabemos que no debemos hacerlas, sino de aquellas cosas que siendo buenas, estimulan nuestros deseos.
Ayunar de esta forma, por lo menos una vez por semana, (y siempre que durante el resto de la semana sigas teniendo comunión con Dios), revolucionará tu vida espiritual, aumentará tu deseo de santidad, fortalecerá tu fe, comenzarás a tener mayor entendimiento y revelación espiritual, tendrás menos inclinación al pecado y formarás un hábito saludable.
C. Ayunar es Primeramente Para mi Propia Vida Espiritual.
Hay muchos ejemplos en la Biblia de personas que ayunaron ante determinadas circunstancias para obtener el favor de Dios. Esto es correcto y está bien, pero tenemos que entender que al ayunar Dios tratará primero con nuestras propias vidas y después, si Él quiere, nos dará aquello por lo que estamos ayunando.
Desafíate a ti mismo con esta meta: Agenda un día por semana para ayunar y buscar intensamente a Dios.