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Martes 9 de abril – Es tiempo

Martes 9 de abril – Es tiempo

«Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre?» «Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa.»
‭‭Lucas‬ ‭15: 4-5‬ ‭NTV‬‬
Entrando un poco en contexto, las ovejas son animales bastante inofensivos por lo suelen ser presa fácil de los depredadores. Su manera de sobrevivir es en manadas, ya que así  se protegen entre ellas y requieren de un pastor no solo para que las guíe y alimente, sino también para que las esquile, pues su lana,  además de ser muy pesada, cubre sus ojos y quita su visión.
Es tiempo de…“volver a casa”.
Casa es un lugar de cercanía y comunión con el Padre. Ahí le permitimos cuidar de nosotros.
Cuando nos perdemos, estamos tan preocupados por sobrevivir y quitar nuestro peso que perdemos la visión de la voluntad del Padre en nuestras vidas. Nos alejamos tanto que ya lo vemos inalcanzable, las heridas duelen tanto que ya no hay fuerzas para volver. Pero hoy quisiera recordarte que no hay lugar lejano al cual el Padre no pueda llegar, ni herida tan profunda que no pueda sanar o pecado que no pueda perdonar; el buen pastor ya corrió tras de ti, ya dio a su Hijo para sanar tus heridas, perdonarte y devolverte la visión. Permítele llevarte en brazos de alegría, de vuelta a a casa.
Es tiempo de… “despertar”.
Estar despiertos es estar empoderarados de nuestra parte en el cuerpo, atentos a la voluntad de Dios y apercibidos de voz.
Siendo parte de las 99, que son el pueblo de Dios. Recordemos que no somos ni seremos abandonados por nuestro Buen Pastor, más bien hemos sido preparados y llamados a cuidar unos de otros, a clamar por el perdido y esperarle con alegría. El buen pastor no ha dejado de esquilarnos ni alimentarnos, Él sigue haciendo que la carga sea ligera y sigue abriendo nuestros ojos. Que las muchas ocupaciones, los afanes y los anhelos propios, no nos distraigan de Su propósito ni de nuestra función en el cuerpo.
Te invito a meditar y preguntarle al Espíritu Santo: cuál es mi tiempo? Qué debería estar haciendo? Añade cuantas preguntas quieras hacerle. Dale espacio para responder y abre tu corazón para obedecer.
Autora: Keila Alabarca