Jueves 16 de Mayo – La Lista

Normalmente las personas buscamos métodos que nos funcionen para organizar nuestro día a día, y uno de esos métodos es hacer una lista. Yo acostumbro tener libretas separadas dependiendo de cada materia: una para los asuntos personales y/o familiares, otra para la oficina, otra para la iglesia y así sucesivamente. En cada libreta hago listas de los pendientes o cosas por hacer.
Preparando mi tiempo con Dios para la organización de los devocionales semanales me tuve que confrontar con estas listas, siendo esta tarea muy difícil y termine dándome cuenta de dos cosas:
1. Que Dios no estaba en esa lista y
2. Que yo no lo quería poner en la lista.
Fue una semana de preguntas e interrogantes que iban y venían sobre este mismo punto. DIOS TIENE QUE ESTAR EN MI LISTA PARA QUE YO ME ACUERDE DE ÉL?  La respuesta es NO.
Dios es tan importante en mi vida que esta por encima de cualquier lista que yo haga o pueda hacer.  Son varios los versículos que nos enseñan le supremacía de Dios, Deuteronomio 6:5-6: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.” (vemos también Mr. 12:30; Mt. 22:37); Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Aprender a dar a Dios su lugar en lo más alto de nuestra vida evitará que nos alejemos de su presencia y nos dará el norte que necesitamos para avanzar en el propósito que Dios tiene para con nosotros.
Sigo pensando que hacer listas es positivo, pero definitivamente Dios no es parte de esa lista.  Demos a nuestro Padre el lugar que se merece y aprendamos que no necesita estar en ninguna  lista para que forme parte integral de lo nuestro diario vivir.  No nos distraigamos y busquemos la intimidad con Dios sin necesidad de que sea una lista lo que nos lo recuerde día a día.
Padre, mantenme cerca tuyo, no permitas que las distracciones del diario vivir me hagan olvidarte, haz que querer buscarte sea lo primero que me asalte cuando abra mis ojos y despedirme de ti en las noches sea prioritario para descansar en paz.
Autora: Aleika De León de González

Martes 14 de Mayo – Minuto a minuto

Un día tiene 1,440 minutos.  Han intentado ver que se puede hacer un minuto?  Yo hice la prueba hace días atrás: Calentar mi almuerzo en microonda, enviar un mensaje de texto a mi esposo para decirle que lo amaba y que debía comprar las cosas para el desayuno, fregar mi plato, cubiertos y vaso, Dar gracias a Dios por  los alimentos y muchas mas…..  Bastantes, verdad?
Pero en un minuto también pueden pasar cosas negativas, distraernos cuando manejamos porque contestamos el celular o enviamos un mensaje de texto, no ver la jugada que termino en un gol o en una carrera anotada y que dio el triunfo al equipo al que apoyamos, y así…. Un minuto tiene una gran importancia y cuando los unimos completamos una hora y así pasa el día en un abrir y cerrar de ojos.  Nos despertamos, nos aseamos, desayunamos, vestimos, nos vamos a trabajar, regresamos a casa, cenamos, nos despejamos y nos acostamos y paso todo un día sin hablar con Dios.  Que tristeza y que vació tan grande.
Se acuerdan de Marta, la hermana de Jairo? Pues a ella los minutos se le iban volando y llego a tener al maestro Jesús en su casa y no lo aprovecho:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” Luc. 10:38-42
Tan afanada, ocupada, cargada de cosas estaba Marta que no veía la más importante delante de sus propias narices. Así  nos pasa a nosotros. Permitimos que pasen minutos, que se convierten en horas y luego en días, semanas y hasta meses, sin que busquemos  la presencia de Dios, sin que extrañemos el compartir nuestros anhelos con El.  Esa apatía que nos embarga en mucha ocasiones y nos aleja de su presencia es la mayor, y más peligrosa, distracción que nos ocurre.
No permitamos que los minutos se nos escurran de las manos como agua. No seamos Marta y menos si ya hemos conocido lo que es estar en la presencia de Dios. Unamos los minutos y minuto a minuto construyamos (o reconstruyamos) nuestra relación con Dios.
Autora: Aleika De León de Gonzalez

Martes 9 de abril – Es tiempo

«Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre?» «Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa.»
‭‭Lucas‬ ‭15: 4-5‬ ‭NTV‬‬
Entrando un poco en contexto, las ovejas son animales bastante inofensivos por lo suelen ser presa fácil de los depredadores. Su manera de sobrevivir es en manadas, ya que así  se protegen entre ellas y requieren de un pastor no solo para que las guíe y alimente, sino también para que las esquile, pues su lana,  además de ser muy pesada, cubre sus ojos y quita su visión.
Es tiempo de…“volver a casa”.
Casa es un lugar de cercanía y comunión con el Padre. Ahí le permitimos cuidar de nosotros.
Cuando nos perdemos, estamos tan preocupados por sobrevivir y quitar nuestro peso que perdemos la visión de la voluntad del Padre en nuestras vidas. Nos alejamos tanto que ya lo vemos inalcanzable, las heridas duelen tanto que ya no hay fuerzas para volver. Pero hoy quisiera recordarte que no hay lugar lejano al cual el Padre no pueda llegar, ni herida tan profunda que no pueda sanar o pecado que no pueda perdonar; el buen pastor ya corrió tras de ti, ya dio a su Hijo para sanar tus heridas, perdonarte y devolverte la visión. Permítele llevarte en brazos de alegría, de vuelta a a casa.
Es tiempo de… “despertar”.
Estar despiertos es estar empoderarados de nuestra parte en el cuerpo, atentos a la voluntad de Dios y apercibidos de voz.
Siendo parte de las 99, que son el pueblo de Dios. Recordemos que no somos ni seremos abandonados por nuestro Buen Pastor, más bien hemos sido preparados y llamados a cuidar unos de otros, a clamar por el perdido y esperarle con alegría. El buen pastor no ha dejado de esquilarnos ni alimentarnos, Él sigue haciendo que la carga sea ligera y sigue abriendo nuestros ojos. Que las muchas ocupaciones, los afanes y los anhelos propios, no nos distraigan de Su propósito ni de nuestra función en el cuerpo.
Te invito a meditar y preguntarle al Espíritu Santo: cuál es mi tiempo? Qué debería estar haciendo? Añade cuantas preguntas quieras hacerle. Dale espacio para responder y abre tu corazón para obedecer.
Autora: Keila Alabarca