Martes 21 de Mayo – Deshacernos
En todo el mes hemos hablado mucho acerca de la distracción y como esta puede desviarnos del propósito al cual Dios nos llamo, pero ninguna distracción llega a nuestra vida sin que esta pueda realmente desenforcarnos. A que me refiero, a que existen cosas que nunca llamaran nuestra atención, pero hay algunas que con solo escuchar hablar de eso nos llamara la atención. Si no es algún objeto de nuestro deseo personal jamas podrá distraernos o desviarnos de la acción que estemos desarrollando.
En muchas ocasiones en la oficina he pasado por la cafetería y en época de juego de fútbol muy fácilmente me quedo hasta 30 minutos viendo el desenlace de un encuentro a pesar de estar haciendo alguna tarea especifica en el trabajo. Por el contrario si están dando algún otro programa difícilmente llamara mi atención. Toda distracción que llegue a nuestra vida nace principalmente de nuestros deseos internos y tiene como finalidad apartarnos del propósito de aquello que estemos desarrollando. Pero lo más peligroso es que existen distracciones que lo único que buscan es separarnos por completo del propósito al cual Dios nos llamo.
Los deseos de nuestros corazón son la mayor fuente de nuestras distracciones y llegan a nuestra vida de la manera más sutil que pueda existir. Dice la palabra de Dios que nuestro enemigo es el animal más astuto (Génesis 3:1) que Dios creo sobre los animales salvajes y esa astucia la usara para evitar a toda costa que vivamos el propósito al cual Dios nos envió a esta tierra. La tentación es la distracción más usada por nuestro enemigo y como dice Santiago 1: 14 ” La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran”. Toda distracción o tentación es impulsada principalmente por nuestros deseos y por esta razón es que Dios desea moldearnos. El desea que nuestros deseos sean cambiados para que en nosotros no haya desvío que pueda separarnos de su propósito.
En Jeremías 18, se nos muestra el corazón de Dios para con nosotros y nos habla acerca de como Dios desea moldearnos hasta que seamos formados para cumplir el propósito al cual nos llamo. Y en medio de este capitulo hay un pasaje que me impacto,
“Estaba haciendo una vasija de barro, pero se le dañó, así que empezó de nuevo con el mismo barro e hizo otra vasija que le quedó tal como quería.
«Pueblo de Israel, ¿es que no puedo yo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero, dice el SEÑOR.”
Jeremías 18:4, 6 PDT
El alfarero tuvo que deshacer la vasija para empezar a hacerla de cero y Dios le hace una pregunta al pueblo, ¿acaso yo no puedo hacer lo mismo? ¿Acaso Dios no puede deshacernos y volver a formarnos a su imagen? Todo esto tiene que ver con la naturaleza en la que nacimos, porque vinimos al mundo con una naturaleza caída que formará en nosotros deseos que buscaran apartarnos del Padre, por eso Cristo tuvo que venir al mundo para depositar una nueva simiente que no iba a estar torcida y esa es la imagen que el desea formar en nosotros. El desea que Cristo sea formado en nosotros, un hijo con una simiente no caída que tendrá un solo deseo “ Agradar al Padre en todo”.
No se que tanto has llegado a distraerte, no se si esa distracción te llevo al punto de apartarte por completo de Dios, no se si pienses que para ti no hay forma de volver a encontrarte con Dios, lo que si se y puedo dar fe es que cuando más apartado estás es cuando Él entrará en escena para tomarte en sus brazos y volver a hacer de ti su hijo amado.
“Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección.”
Efesios 4:13 PDT
La Paz de Cristo sea en ustedes!
Autor: Jonathan Zapata