Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no podría agradar al oficial que lo reclutó. 2 Timoteo 2:4 NTV
Los soldados en tiempos de imperio romano padecían privaciones de una vida desordenada y normal a fin de dedicar tiempo a su formación. La disciplina era una de las herramientas que formaban el carácter de un soldado romano, con el fin, de que su enfoque fuera la vida militar y rendir sus servicios al emperador el cual era la máxima autoridad de esos tiempos.
Así como los soldados tienen sólo una cosa en mente, que es llevar a cabo su deber, los cristianos deben tener la misma pasión, consagración y el mismo espíritu. Debemos agradar a Cristo y no a los hombres, al Rey de reyes y Señor de señores. Debemos estar determinados, cueste lo que cueste, venga lo que venga y agradar al único Señor, no podemos servirle a Dios y agradar a el mundo.
Siempre habrán invitaciones a agradar al mundo, a enredarnos en las conformidades de este siglo, pero es en medio de todo esto donde debemos mantener nuestro enfoque, mantener obediencia a su palabra y nuestra fe en Cristo Jesús.