Lunes 11 Febrero – De huir a obedecer
” El Señor le dio el siguiente mensaje a Jonás: levántate,
… Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor” Jonás 1:3 (NTV).
El Señor habló por segunda vez a Jonás …. Esta vez Jonás obedeció el mandato del Señor. Jonás 3: 1-3 (NTV)
Llama mi atención, las dos escenas tan cruciales y contrarias que experimenta Jonás con Dios. En ambas, Dios está usando su voz para transmitir un mensaje claro y directo; la diferencia entre ellas es la reacción de Jonás ante ese mensaje. ¿Qué hace que un hombre pase de huir, a obedecer inmediatamente la voz de Dios?
En la primera escena, cuando Jonás escucha la voz de Dios, huye a un destino contrario y en el camino se duerme. Huir en dirección contraria, indica qué: o la voz le era extraña y/o no estaba dispuesto a hacer lo que escuchó. El dormirse, denota falta de interés en lo que escuchó. En cualquiera de los casos, no había la suficiente cercanía a la Voz como para estar dispuesto a obedecerla. Pero en la segunda escena, Jonás se levanta y obedece inmediatamente la Voz. Es decir, ¡ahora estaba cerca de la Voz! Lo que divide a una escena de la otra es una tormenta y una estadía en un pez de lujo. La tormenta no buscaba destruir, ¡era un llamado a levantarse e intimar (dentro del pez)! La estadía de lujo no fue un castigo por desobediencia, fue un “lugar secreto” propiciado por Dios para intimar con Jonás y familiarizarlos nuevamente con Su Voz.
Volvamos a la pregunta, ¿qué hace que un hombre pase de huir, a obedecer inmediatamente la voz de Dios? La respuesta es: la intimidad con Dios.
Te invito a reflexionar en dos preguntas:
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Si HOY su voz me da un mensaje claro y directo, ¿Estoy dispuesto a levantarme y obedecer inmediatamente?
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¿Estoy atendiendo a los llamados de intimidad? O ¿estoy dormido mientras se desatan tormentas a mi alrededor?
El llamado a levantarse e intimar en el lugar secreto, no es exclusivo para quienes han estado o están cerca y sensibles a su voz. Es para él que le empieza a conocer; para el que aún no logra escucharle; para él que por algún motivo se alejó; ¡es un llamado para todos! Él no hace acepción de personas ni limita su presencia para quien le busca en Espíritu y en Verdad.
Corre a sus brazos y ora: “Papá, perdóname por no atender el llamado a nuestro lugar secreto. Quiero levantarme y estar listo para obedecerte, permíteme escuchar tu voz”
Autora: Keila Alabarca