A Dios o a los hombres…

Para agradar a Dios tenemos que tomar una decisión, resistir a la tentación, confiar en la palabra de Dios y mantener una vida de obediencia. Daniel decidió agradar a Dios en lugar de a los hombres (Daniel 1:8)

1. Tomar una decisión.
Daniel tomo la decisión de no contaminarse. Daniel decidió no comer de esa comida debido a que la carne probablemente era cerdo u otra comida prohibida en Levítico, misma que no estaba preparada de acuerdo a la ley judía y sacrificada para los ídolos. Uno de los beneficios de ser entrenado en el servicio real era comer de la mesa del rey y a pesar de tener este privilegio, Daniel con todo tacto eligió un menú diferente y demostró que fue una elección más saludable agradando a Dios antes que a los hombres. Daniel a pesar de que estaba en una cultura diferente que no honraba a Dios siguió agradando a Dios por encima de los hombres. Debemos de agradar a Dios en medio de las dificultades.

2. Resistir la tentación.
Es más fácil resistir la tentación si uno fortalece sus convicciones antes de que llegue la tentación.  Daniel y sus amigos tomaron la decisión de ser fieles a las leyes de Dios y no ceder a la tentación de probar la comida del rey. En muchas ocasiones nos vemos presionados a bajar nuestras normas y vivir más como el mundo que nos rodea, no basta con preferir o hacer la voluntad de Dios para resistir los embates de la tentación, como Daniel debemos proponernos obedecer a Dios.

3. Confiar en Su Palabra.
Dios se movió con mano invisible para tocar el corazón del funcionario babilónico, la fuerte convicción de aquellos cuatro jóvenes lo impactaron. Dios promete estar con nosotros en momentos difíciles y siempre nos va a respaldar. Mantengamos firmes en Su Palabra que es poderosa para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos según el poder que actúa en nosotros.

4. Mantener una vida de obediencia.
Es sabio hacer que la confianza y la obediencia a Dios sea nuestro verdadero propósito en la vida, esto nos dará seguridad y paz. A pesar de las circunstancias y las consecuencias, no debemos obedecer a cualquiera que nos pida desobedecer a Dios. Nuestra lealtad primeramente debe ser para Dios, para cumplir nuestro propósito en la vida necesitamos poder de permanencia. No permitamos que lo que nos hace diferentes como cristianos se diluya, seamos constantes en nuestras oraciones y convicciones, permanezcamos firmes en nuestra integridad y contentemos con servir a Dios en cualquier lugar donde El nos ponga.  Confiemos en que Dios estará con nosotros a lo largo de las pruebas debido que Él promete que lo estará, como Él ha sido fiel con nosotros, debemos permanecer fieles a Él.

Reconocimiento… de quién?

Cristo no vino a este mundo para agradar al hombre ni para buscar su reconocimiento, vino para cumplir el plan de Dios.

En muchas ocasiones nos dejamos llevar por lo que los demás quieren y no por lo que nosotros debemos hacer, es decir que tratamos siempre de agradar a los otros. En el mundo estamos llenos de personas que intentan complacer, buscar reconocimiento o agrado de otras y esto no es malo, siempre y cuando no dejemos a un lado lo que es verdaderamente importante: cumplir con el plan que Dios trazo para nosotros.

No seamos como aquellos judíos que creían en Jesús, que escuchaban lo que Él decía, pero que por temor a lo que dijeran los fariseos y a que los expulsaran de la sinagoga lo negaban, pues preferían el reconocimiento de esos fariseos -es decir del hombre- en vez de ser llamados siervos de Dios. (Jn. 12:41-43)

En la actualidad ocurre lo mismo, estamos en un mundo donde todos buscamos como agradar a los demás, ya sea con nuestros actos, costumbres o forma de pensar; de allí que surjan modas y que muchos busquen imitar comportamientos de otros, todo para agradar y ser aceptados.   Y esto no es del todo malo, pero si ese querer agradar o buscar el reconocimiento de terceros nos lleva a alejarnos del propósito de Dios en nuestras vidas, entonces debemos reconsiderar lo que estamos haciendo.

Es cierto que vivimos en el mundo, pero debemos recordar que no somos del mundo. No es el reconocimiento de los hombres lo que debemos buscar.  Cuando aceptamos a Cristo y dejamos a ese viejo hombre y nos convertimos en una nueva criatura, a partir de allí solo nos debe importar el reconocimiento de Dios. Todo aquello que nos aleje de su gloria y de su agrado, es contrario a Él.

Cristo vino a cumplir el plan de Dios que era ser sacrificado como ese cordero para redimirnos con su sangre y de esta manera salvarnos. Jesús no vino a complacer y ese ejemplo de no complacencia hacia los hombres que Jesús nos dio es el que debemos seguir.   Todos queremos que nos acepten, pero es la aceptación de nuestro Padre la que debemos anhelar y al hacerlo todo lo demás vendrá por añadidura (Mt. 6:33)

Por eso preguntémonos, de quien buscamos el reconocimiento?  En quien tenemos puesta nuestra mirada? Si la respuesta es del hombre, revalúa lo que haces.

 

 

 

Martes 26 de marzo – La relación correcta

“Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. La vida que ahora vive, es para agradar a Dios. De igual manera, el pecado ya no tiene poder sobre ustedes, sino que Cristo les ha dado vida, y ahora viven para agradar a Dios.”
‭‭Romanos‬ ‭6:10-11‬ ‭TLA‬‬
A veces pensamos que por cumplir una lista de cosas por no hacer estamos agradando a Dios, pero hemos dejado un lado el compartir con Él, hemos dejado a un lado nuestra relación con Él y pensamos que cumpliendo esa lista estamos bien con Dios. Esto no fue lo que Él diseñó para nosotros. Él desea relacionarse con nosotros personalmente.
A medida que le conozco comienzo a comprender que le agrada a Dios. Por años luchamos con una lista interminable de cosas por no hacer que nos alejaron de conocerle, esa lista no me da la fortaleza para no pecar, sino el conocerle. A medida que yo le conozco más le amo y el pecado pierde poder sobre mi vida, esto me lleva a vivir una vida deseando agradarle y no pensando en qué puedo fallarle. Esa relación personal que él siempre deseó tener con nosotros está en Cristo Jesús, conociéndole llegó a conocer a nuestro Padre. Y esa relación es la que me lleva a renunciar al pecado, a que el pecado pierda fuerza, a que viva segundo a segundo deseando agradarle. Si vivo lejos de él pensando que cumpliendo esa lista podré agradarle, serán mis fuerzas las que intentarán no pecar y no podré gozar de las fuerzas que tenemos en Él. Cristo es nuestra armadura, nuestra investidura, que nos guía a vencer el pecado. El tiempo qué pasó con Él me enviste de fortaleza y verdad para vencer la tentación.
“Obviamente, la promesa que Dios hizo de dar toda la tierra a Abraham y a sus descendientes no se basaba en la obediencia de Abraham a la ley sino en una relación correcta con Dios, la cual viene por la fe.”
‭‭Romanos‬ ‭4:13‬ ‭NTV‬‬
Abraham lo entendió y esto lo llevo a disfrutar las promesas de Dios, no por cumplir una lista de cosas, sino por conocer a Dios y compartir con Él en una relación personal. Disfruta hoy tu relación con Dios y no permitas que tus encuentros con Él sean ocasionales sino intencionales.
Recuerda JESÚS espera por ti cada mañana!
Autor: Jonathan Zapata

Jueves 21 de Marzo – ¿ Como te obedezco?

“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;”   ‭‭Hebreos‬ ‭5:8‬-9 ‭
En muchas ocasiones obedecer un mandato o una instrucción  es sencillo; el semáforo se pone en rojo y automáticamente paramos, pero hay otros mandatos que impactan nuestra vida, ya sea porque no tenemos claro cual es el mandato o la voluntad de aquel a quien debemos obedecer; o porque ese mandato pugna con nuestros deseos o intereses.
Frente a la voluntad de Dios me he hecho muchas veces esta pregunta: Padre, como te obedezco?  Y en ese momento recuerdo que Jesús sufrió, pero a pesar de ese sufrimiento aprendió a ser obediente al mandato de Dios. Y no es una obediencia conveniente ni superficial, Cristo obedeció completamente, sin cuestionar, sin quejarse y es así como nosotros debemos obedecer a nuestro Padre, de forma ciega, sin cuestionamientos, sin segundas intenciones o sin mirar que es lo que Dios nos puede dar.
Obedecemos a Dios cuando seguimos sus mandatos, cuando a pesar de que nos cuesta dar cumplimiento a su palabra lo hacemos, cuando en oración lo escuchamos a ÉL y no a nuestra voz, cuando a pesar de que podamos padecer por ejecutar determinada decisión o por no hacer algo que creemos debe hacerse, callamos y nos quedamos quietos, porque no es cuando queremos si no cuando ÉL lo dispone.  Esa es la forma en la que debemos obedecer.
Hemos visto en el ejemplo vivo de la vida de Dios como obedecer y el resultado de esa obediencia: Nuestra Salvación!!! Ahora activemos en nosotros ese anhelo de seguirle, de estar en su presencia, de obedecerle.  No dejes de pedirle a Dios que te de la capacidad y las fuerzas para cumplir su mandato.
Autor: Aleika De León de González.

Miércoles 20 de Marzo – Tu obediencia me salvo

“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
‭‭S. Lucas‬ ‭22:42‬
En una ocasión tuve una conversación con mi padre sobre la importancia del estudio de determinadas materias en la escuela. Yo no entendía porque había que estudiarlas, pues tenía claro hacia dónde iría mi futuro. Intente manipular con razonamientos el porqué no importaba si las fracasaban o si mi promedio no era sobresaliente, pero mi papá con su amor y sabiduría me dijo que era mi decisión, pero que no mirara el hoy sino hacia adelante, al futuro y que con esa visión tomará mi decisión.
Jesús obedeció a su Padre y con su actuar nos salvo. Jesús tomó la decisión de seguir el mandato de su Padre, sabía que iba a morir y a pesar del miedo que pudo sentir, (mismo que vemos reflejado en este versículo al pedir a Dios que pasara de él esa prueba) apreciamos que antepuso la voluntad de Dios a la suya, pues reconoció que era esa voluntad la que tenía que cumplirse.
Fue por la obediencia de Cristo que nosotros fuimos salvos. En muchas ocasiones obedecer a Dios nos pondrá en encrucijadas, donde nos tendremos que preguntar cuál es la voluntad de Dios y aunque tengamos miedo de lo que va a ocurrir,  debemos recordar que fue la obediencia lo que nos llevó a la salvación.
Jesús por ser hijo de Dios pudo evitar esos momentos de dolor, con solo pedirlo a su Padre, pero sabía que ese no era el mandato divino.
Jesús nos demostró que a pesar de tener miedo durante la prueba, también tuvo confianza y certeza del amor de su Padre, y que no tiene nada de malo tener miedo, pero que si obedecemos a Dios, tendremos las fuerzas para salir adelante. Jesús es el vivo ejemplo de que obedecer a Dios no es sencillo, pero su recompensa es su amor eterno.
Oremos: Amado Padre aquí estamos delante tuyo para agradecer ese amor infinito que tú nos profesas, gracias por salvarnos, por mandarnos a tu hijo y enseñarnos con su ejemplo lo que significa ser salvos. Danos fortaleza para no cuestionar tu mandato.
Autor: Aleika De León de González

Lunes 18 de Marzo – Eres Obediente?

Cuando era niña siempre me repetían que debía ser obediente.  Que tenía que obedecer a mis padres, a los adultos de mi entorno familiar y a las autoridades. Pero no siempre yo obedecía, pues en muchas ocasiones representaba hacer aquello que no me gustaba o que me causaba molestia.
Con la madurez que otorga el crecimiento, vamos desarrollando esta característica y obedecemos con  mayor facilidad, pues nuestro entorno nos lleva por ese camino. Obedecemos las leyes, las costumbres que dicta la sociedad, etc… pero siempre tenemos presente que podemos no hacer lo que nos dicen y más cuando eso nos perjudica.
Obedecer significa: cumplir la voluntad de quien manda.  Escudriñando la palabra, he palpado la vida maravillosa de Jesús y una de sus mayores cualidades fue su OBEDIENCIA A DIOS; Jesús siempre tuvo claro que debía obedecer el mandato de su Padre:
“Jesús les dijo: Mi comida es que se haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”
Jn. 4:34
Su misión era cumplir la voluntad de DIOS y esa voluntad no siempre fue placentera para Él. A lo largo de su vida podemos ver muchos momentos en los cuales él hablo y enseño sobre esta obediencia, sobre su misión (Jn. 5:30; Jn.6:38; Jn. 8:29).  Jesús aún en los momentos más difíciles de su caminar fue obediente.  Esa obediencia de Jesús lo llevo a aceptar que Él era parte del plan divino de Dios y a las consecuencias del mismo, todo por amor a Dios y a nosotros.
Esa obediencia representó una sumisión total a la voluntad del Padre, siempre atento a escuchar lo que Dios quería de Él.  Su muerte fue un acto de obediencia, el mayor acto de amor hacia nosotros y su Padre.
Seguir ese ejemplo de obediencia no es fácil, significa negarnos a nosotros mismos, como Cristo lo hizo para poner la voluntad de Dios delante de la nuestra. A eso nos llama Dios, a ser obedientes, y eso significa cumplir sus mandatos, pero también ponerlo a Él por delante nuestro, a servirle, a amarlo sin reservas y entregarle nuestra vida entera.  De allí surge la interrogante: Eres obediente?
Oremos: Padre, danos esa mansedumbre y obediencia de Jesús para vivir como Él vivió, para amar y servirte, para cumplir tu voluntad y el propósito que tú tienes en nuestras vidas.
Autor: Aleika De León de González

Jueves 28 de Febrero- Escucho y Obedezco

El mayor crecimiento espiritual se obtiene por el hábito de la lectura bíblica y tiempo de oración; y no hay sustituto para el tiempo devocional, las personas que Dios utiliza de una forma poderosa, son aquellas que se apropian de la verdad y del poder por medio de la comunión personal.
 
A continuación te detallo cuatro motivos  por el cual es valioso tener tiempo devocional diario:
 
  1. Cuanto más tiempo pasó con Dios más le conozco. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el padre, y con su hijo Jesucristo. “  1 Juan 1:3
  2. A medida que le conozco, aprendo de su voluntad y esto me permite alinear mis decisiones diarias a su propósito en mi vida.  Él es luz y su luz me permite ver por donde transitar, si estoy cerca de Él sabré cual es el camino por debo transitar. “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porqué a ti he elevado mi alma” (Salmos 143:8) “y esta es la confianza que tenemos en él, qué si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14)
  1. Allí puedo llevar todas mis cargas y necesidades  a Dios y así depender de el. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6) “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)
  1. Cuando paso tiempo con Dios, Él me capacita para producir fruto. “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros os pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él , este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:4-5)
El tiempo devocional por la mañana nos provee de un momento al principio del día, en donde podemos reconocer nuestra dependencia de Dios; y que Él es suficiente para el resto del día. También nos da un momento apartado para rendirle nuestra voluntad y dedicar así el día a su gloria.
 
Una líder solía decir que no entendía como existían creyentes que no tenían un tiempo devocional, ya que son enriquecedores para conocer más de nuestro Dios. Y en lo personal, tener tiempos devocionales ha abierto mis ojos para conocer lo que Dios espera de mi, los correctivos que debo tomar a diario, los preparativos para enfrentar las pruebas que enfrentaré durante el día o durante un tiempo, me capacita para bendecir a otros, y así podría seguir describiendo lo hermoso que es pasar tiempo con Dios, pero quiero enfatizar  en el último punto, el de capacitarnos para producir frutos y la carta de Santiago dice al respecto lo siguiente:
 
“Porque si alguno es oidor de la Palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” Santiago 1:23-25.
Santiago compara la Palabra de Dios con un espejo. Es una herramienta provista por Dios que nos ayuda a conocer quiénes somos y cómo estamos. Es un espejo perfecto. Es la imagen más nítida. El problema no está en el espejo; el problema está nosotros. El reflejo que vemos de nosotros en las Escrituras es absolutamente fiel. No todos, sin embargo, actúan consecuentemente con la imagen que observan.
Observen que el contraste no es entre uno que se mira en un espejo y otro que no, sino entre dos que se miran, pero uno hace algo al respecto y otro que no hace nada.
Trata de recordar la imagen del espejo cada vez que estés leyendo o escuchando las Escrituras. El resultado de escuchar la voz de Dios en la Palabra puede ser la confesión de un pecado, la determinación de llevar a cabo una acción o pasar más tiempo con tu familia. El punto es que no debemos ser meros oidores de la Palabra, sino antes bien hacedores de la misma. Debemos anhelar transformación, entendiendo que al final el deseo de Dios es ir perfeccionándonos día tras día a su imagen, a su carácter, hasta llegar a la “Estatura del Varón Perfecto”.
¿Cómo hemos estado usando el espejo de la Palabra de Dios? ¿Qué dice ella de nosotros? ¿Hemos hecho algo al respecto?
DIOS TE BENDIGA
Autor: Jonatan Lezcano

Jueves 14 Febrero – ¡No te dejes eclipsar!

Jonás se enojó muchísimo, pues no le gustó que Dios…; Muy molesto, le dijo a Dios: ¡Ya lo decía yo, ¡mi Dios, ya lo decía yo! … Por eso quise huir lejos de ti. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y es difícil que te enojes…  A mí me molesta eso; prefiero que me quites la vida. Si vas a ser así, mejor mátame. Jonás 4:1-3 (NTV).
El autor de estas palabras es a quien llamo “El Jonás frustrado”.  ¿Cómo no estarlo cuando tu expectativa era de destrucción, pero la realidad fue de oportunidad?
Antes de avanzar, hay un concepto que quisiera introducir: Eclipse; en un contexto general, dos de sus definiciones son:
  1. Ocultación transitoria, total o parcial, de un astro debido a la interposición de otro astro.
  2. Deslucimiento de una cosa o una persona por parte de otra que se muestra más importante, más bella, etc.
Las palabras de Jonás son el ejemplo de una persona audiovisualmente eclipsada. La frustración se interpuso y se volvió más importante que la voz y la voluntad de Dios. Aunque continuaba llamándole “mi Dios”, no podía ni quería escucharlo y le era imposible ver más allá de la mera situación que tenía en frente. Aun después de haber estado en intimidad con Dios, no era capaz de anteponer la voluntad de Dios sobre sus propias expectativas de éxito.
“Un día en el lugar secreto no garantiza que estarás listo para abandonar tus expectativas”.
“Puedes seguir llamándole “mi Dios”, y aun así mantenerte eclipsado”.
He aquí la importancia de mantenerse en el lugar secreto. El atender a nuestra cita diaria es la puerta que le abrimos a Dios para que perfeccione su obra en nosotros. Pero una puerta que se abre sólo cuando las situaciones “lo ameritan” o “lo permiten” no garantiza que estemos continuamente, siendo enteramente perfeccionados a la imagen de Cristo. Quien no esté dispuesto a abandonar la intermitencia, no estará listo para abandonar sus expectativas. Podemos seguir  llamándole “mi Dios” y seguir amándolo, pero necesitamos estar preparados para enfrentar los eclipses y eso sólo lo logramos intimando.
Te invito a reflexionar en estas preguntas: ¿qué tan frecuentemente abro a puerta del lugar secreto? ¿eso bastará para ser perfeccionado?
Toma un tiempo para abrir la puerta, entrar humildemente y preguntarle: ¿qué expectativas frustradas están eclipsándome?
Autora: Keila Alabarca

Martes 12 Febrero – ¡Levántate!

De pequeña escuché muchas veces esta frase: “hay quienes sólo buscan a Dios cuando tienen problemas (pruebas)”. Hoy me pregunto, ¿no será que estaban dormidos y la prueba les hizo despertar? Creo que algo así pasaba con Jonás.
En su primer encuentro con la voz de Dios, la primera indicación que recibió fue: ¡Levántate! (1:2). Luego, mientras huía – se volvió a dormir, pero esta vez se desarrollaba una escena determinante para toda una embarcación:  El Señor mandó un poderoso viento sobre el mar, el cual desató una violenta tempestad que amenazaba con despedazar el barco… Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, así que el capitán bajó a buscarlo… (y) —le gritó—. ¡Levántate y ora a tu dios!  Jonás 1:4,6 (NTV)
Me ha pasado como Jonás varias veces, me he dormido profundamente obviando las tormentas a mi alrededor.  Pero he sido testigo, de que el levantarme y caer al mar ha creado atmósferas de paz que han calado en la fe de otros, así como lo hizo en los marineros (Jonas 1:16 NTV)
Caer al mar es estar dispuesto a pelear la batalla mientras hay olas de problemas, vientos de maldad y tempestades de soledad. La disposición sigue presente porque el haber estado dormido no significa haber olvidado el poder de Dios. Por eso en medio de la tormenta, Jonás “recordó al Señor (y) Elevó una oración sincera hacia Él” (2:7). Estando en el mar embravecido, entró al  lugar secreto (el pez), su oración sincera no sólo fue para salvación, también le permitió intimar.
Te invito a reflexionar: ¿qué estoy haciendo por las tormentas que hay a mi alrededor? ¿las estoy dejando azotarme?  O ¿estoy despierto elevando una oración sincera hacia Dios?
Aprovecho para recordarte que, aunque sean muchas las pruebas ¡sólo son por un breve tiempo! (I Pedro 1:6).  La prueba no es para destruirte sino para despertarte, es una oportunidad para regresar al lugar secreto. Te animo a abrir la puerta del lugar secreto con una fe renovada cada día.
Apártate un momento y en tus propias palabras “eleva una oración sincera”.
Autora: Autora: Keila Alabarca

Lunes 11 Febrero – De huir a obedecer

” El Señor le dio el siguiente mensaje a Jonás: levántate,
… Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor” Jonás 1:3 (NTV).
El Señor habló por segunda vez a Jonás …. Esta vez Jonás obedeció el mandato del Señor. Jonás 3: 1-3 (NTV)
Llama mi atención, las dos escenas tan cruciales y contrarias que experimenta Jonás con Dios.  En ambas, Dios está usando su voz para transmitir un mensaje claro y directo; la diferencia entre ellas es la reacción de Jonás ante ese mensaje. ¿Qué hace que un hombre pase de huir, a obedecer inmediatamente la voz de Dios?
En la primera escena, cuando Jonás escucha la voz de Dios, huye a un destino contrario y en el camino se duerme. Huir en dirección contraria, indica qué: o la voz le era extraña y/o no estaba dispuesto a hacer lo que escuchó. El dormirse, denota falta de interés en lo que escuchó. En cualquiera de los casos, no había la suficiente cercanía a la Voz como para estar dispuesto a obedecerla. Pero en la segunda escena, Jonás se levanta y obedece inmediatamente la Voz. Es decir, ¡ahora estaba cerca de la Voz! Lo que divide a una escena de la otra es una tormenta y una estadía en un pez de lujo. La tormenta no buscaba destruir, ¡era un llamado a levantarse e intimar (dentro del pez)! La estadía de lujo no fue un castigo por desobediencia, fue un “lugar secreto” propiciado por Dios para intimar con Jonás y familiarizarlos nuevamente con Su Voz.
Volvamos a la pregunta, ¿qué hace que un hombre pase de huir, a obedecer inmediatamente la voz de Dios? La respuesta es: la intimidad con Dios.
Te invito a reflexionar en dos preguntas:
  1. Si HOY su voz me da un mensaje claro y directo, ¿Estoy dispuesto a levantarme y obedecer inmediatamente?
  2. ¿Estoy atendiendo a los llamados de intimidad? O ¿estoy dormido mientras se desatan tormentas a mi alrededor?
El llamado a levantarse e intimar en el lugar secreto, no es exclusivo para quienes han estado o están cerca y sensibles a su voz. Es para él que le empieza a conocer; para el que aún no logra escucharle; para él que por algún motivo se alejó; ¡es un llamado para todos! Él no hace acepción de personas ni limita su presencia para quien le busca en Espíritu y en Verdad.
Corre a sus brazos y ora: “Papá, perdóname por no atender el llamado a nuestro lugar secreto. Quiero levantarme y estar listo para obedecerte, permíteme escuchar tu voz”
Autora: Keila Alabarca