A Dios o a los hombres…

Para agradar a Dios tenemos que tomar una decisión, resistir a la tentación, confiar en la palabra de Dios y mantener una vida de obediencia. Daniel decidió agradar a Dios en lugar de a los hombres (Daniel 1:8)

1. Tomar una decisión.
Daniel tomo la decisión de no contaminarse. Daniel decidió no comer de esa comida debido a que la carne probablemente era cerdo u otra comida prohibida en Levítico, misma que no estaba preparada de acuerdo a la ley judía y sacrificada para los ídolos. Uno de los beneficios de ser entrenado en el servicio real era comer de la mesa del rey y a pesar de tener este privilegio, Daniel con todo tacto eligió un menú diferente y demostró que fue una elección más saludable agradando a Dios antes que a los hombres. Daniel a pesar de que estaba en una cultura diferente que no honraba a Dios siguió agradando a Dios por encima de los hombres. Debemos de agradar a Dios en medio de las dificultades.

2. Resistir la tentación.
Es más fácil resistir la tentación si uno fortalece sus convicciones antes de que llegue la tentación.  Daniel y sus amigos tomaron la decisión de ser fieles a las leyes de Dios y no ceder a la tentación de probar la comida del rey. En muchas ocasiones nos vemos presionados a bajar nuestras normas y vivir más como el mundo que nos rodea, no basta con preferir o hacer la voluntad de Dios para resistir los embates de la tentación, como Daniel debemos proponernos obedecer a Dios.

3. Confiar en Su Palabra.
Dios se movió con mano invisible para tocar el corazón del funcionario babilónico, la fuerte convicción de aquellos cuatro jóvenes lo impactaron. Dios promete estar con nosotros en momentos difíciles y siempre nos va a respaldar. Mantengamos firmes en Su Palabra que es poderosa para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos según el poder que actúa en nosotros.

4. Mantener una vida de obediencia.
Es sabio hacer que la confianza y la obediencia a Dios sea nuestro verdadero propósito en la vida, esto nos dará seguridad y paz. A pesar de las circunstancias y las consecuencias, no debemos obedecer a cualquiera que nos pida desobedecer a Dios. Nuestra lealtad primeramente debe ser para Dios, para cumplir nuestro propósito en la vida necesitamos poder de permanencia. No permitamos que lo que nos hace diferentes como cristianos se diluya, seamos constantes en nuestras oraciones y convicciones, permanezcamos firmes en nuestra integridad y contentemos con servir a Dios en cualquier lugar donde El nos ponga.  Confiemos en que Dios estará con nosotros a lo largo de las pruebas debido que Él promete que lo estará, como Él ha sido fiel con nosotros, debemos permanecer fieles a Él.