Lunes 25 de Febrero- ¿Hijos o esclavos?

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”
Romanos 8:15-16.
 
Todos de manera consciente o inconsciente, tenemos  la capacidad de adquirir conocimientos, comprender nuestro entorno y actuar en consecuencia a las experiencias que vivimos; es decir, que captamos información  a través de nuestros  sentidos, e interpretamos cada uno de estas en base a las experiencias previas vividas y hacemos manifiestas nuestras interpretaciones a través de nuestras acciones o conductas.
Esto nos lleva a comprender un poco  más acerca de la experiencia que Adán vivió en el Huerto. Entre los capítulos del 1 al 3 de Génesis, podemos ver como era la relación de Dios, con el hombre. Una, la relación que Dios anhela con sus hijos:  “CARA A CARA”, sin embargo, una vez Adán desobedece al mandato de Dios, sus ojos (sentidos) son abiertos, y pudo percibir su desobediencia (su pecado), lo que llevo a que codificará lo que había sucedido, por ende, su acción fue esconderse, por miedo a la reacción que Dios pudiera tener con Él. Esto fue algo que jamás había experimentado, fue una experiencia que lo marcó de por vida, que al día de hoy repercute en la humanidad.  Desde ese momento la percepción de Adán no fue grata, ya no percibía su relación con Dios de la misma manera. Una relación natural y sin estorbos; sino al contrario sentía que ya no era digno de estar cerca de Dios.
Increíblemente este relato que hemos leído muchas veces es el que a diario experimentamos cuando los afanes nos impiden escuchar a Dios, una vez que el enemigo se ocupa de confundir nuestros sentidos y mente, nos esclaviza a vivir una vida de devoción y comunión mediocre con nuestro Jesús que radica en el miedo y no en el amor por permanecer en Él. De esta forma el enemigo distorsiona nuestra percepción de lo que somos delante de Dios y como éste nos ve. Nuestra percepción de quienes somos en Dios, define nuestra relación con Él.  Dios espera a diario un CARA A CARA con sus hijos, y a medida que nos acercamos en este encuentro, aprenderemos que tenemos un Padre que nos ama, corrige y disciplina, cuando es necesario, con el fin de perfeccionarnos.
En un momento de mi vida mi relación con Dios fue como la de un esclavo, en la cual debía cumplir con muchas cosas para así obtener el favor de mi Señor, por ende, cuando fallaba y pecaba en alguna forma, me desacreditaba yo mismo y me lamentaba durante días; sin embargo, un domingo orando en la iglesia, Jesús habló a mi corazón y me dijo: “No has hecho nada y no hay nada que hagas para que yo te ame menos de lo que te amo”. Desde ese momento pude percibir mi relación con Dios de otra forma, en la que soy privilegiado por ser su hijo y no por mérito mío, sino porque  fui adoptado y elegido por Él.  Su amor supera debilidades, conceptos humanos, pecado y errores. El sacrificio de Jesús por nosotros supera todas estas barreras, el fue la personificación del amor de Dios hacia nosotros. Y esto no quiere decir que tengo libre acceso para hacer lo que quiero sino al contrario, este favor inmerecido me confronta, porque a pesar de mis errores el me ama y espera un crecimiento de mí en alguien mejor cada día, esto me lleva a luchar por permanecer en su presencia para ser formado a su imagen y semejanza.
Toma un tiempo hoy para conocer más acerca de  Jesús, y permite que hable a tu corazón, de seguro el Padre tiene muchas cosas que decirte.
Dios te bendiga
Autor. Jonatan Lezcano

Viernes 22 Febrero – Escuchando lo verdadero

Hace unos años le pregunté a un amigo pianista como podía obtener una grabación de La Polonesa de Federico Chopin. Mi amigo pregunto “¿cuál de ellas?” porque Chopin escribió trece piezas conocidas como polonesa. No hace falta decir que hasta allí llegó mi búsqueda porqué no pude distinguir una polonesa  de la otra.
En este caso mi ignorancia musical no tuvo mayor consecuencia. Sin embargo, cuando se trata del mensaje del Evangelio debemos estar seguros de que lo que oímos y creemos es verdadero, correcto y confiable y de estricta conformidad con las Escrituras.
El diablo es engañador y falsificador de todo lo que hace Dios. El apóstol Pablo advierte al joven pastor Timoteo acerca de las falsas doctrinas, aquellas que suenan como verdad pero son engaño y confusión:
“llegará el tiempo en que la gente no ESCUCHARÁ más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propio deseo y buscarán maestros que les digan lo que sus OÍDOS se mueren por OÍR. Rechazarán la verdad e irán tras mitos.” 2 Timoteo 4:3-4 (NVI)
Pedro advirtió acerca de los falsos maestros y herejías destructivas. (2 Pedro 2:1) Hoy día se presenta el Evangelio como un producto de mercado, con ofertas irresistibles (solución a todos los problemas, prosperidad económica, felicidad), pero que viene sin arrepentimiento, sin infierno, sin santidad, sin Espíritu Santo. El verdadero evangelio es Cristocéntrico. La sociedad hedonista de hoy tiene “comezón de oír” y se volvió a las fábulas (evangelio liviano, adulterado, cargado de humanismo, secularismo, misticismo, nueva era y hasta judaizante).
El oído es el órgano que nos conecta con el mundo exterior a través del mismo entra a diario un caudal de información que de una u otra forma pueden afectar nuestra conducta. Por eso es necesario llenar nuestras vidas de la Palabra de verdad para poder discernir lo bueno y lo malo, lo falso y lo verdadero, creer en fe, en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Es el último tiempo y debemos afinar el oído espiritual para escuchar la voz de Dios, en oración y devoción, lectura y meditación de la Biblia, en la predicación de la sana doctrina y así poder perseverar hasta el fin. “ Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos OÍDO, no sea que nos desviemos de ellas.” (Hebreos 2:1 NVI)
Autor: Angela Olascoagas de Pérez.

Jueves 21 Febrero – Nuestra mejor arma: La oración

Muchos se preguntan como oír la voz de Dios, como estar en intimidad con Dios, como entender sus tiempos, como saber que hacer o no hacer. Esas son interrogantes que constantemente nos invaden y la respuesta a las mismas son la oración.
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La  oración eficaz del justo puede mucho.”
Santiago 5:16
Y que es orar? Es comunicarse con Dios, es hablar con Él, es entrar en ese lugar secreto y no salir hasta haber mantenido una comunicación fluida con ese Padre, donde clamamos por su presencia y por su pronto auxilio y sobretodo dónde sentimos su abrazo y cobijo.
Esa fue el arma más utilizada por Jesús, oraba en todo momento, sin cesar (Juan 17) y esa enseñanza fue seguida por sus apóstoles (Hechos 12: 1-11) y transmitida hasta nuestros días.  Con la oración tocamos el trono de Dios y en oración obtenemos muchas respuestas de Él.   Desde pequeños nos enseñan a orar, pero al crecer muchas veces olvidamos que contamos con esta arma poderosa para obtener respuesta de nuestro Padre, pues nos dejamos arrastrar por la inmediatez del mundo, olvidando que existe ese lugar secreto donde conectamos con Dios, donde solo existimos con Él.
Dios solo quiere que lo busquemos de día y de noche, pero solo podemos hacerlo orando.  Orar  no es solo pedir, a veces cuando comenzamos este camino cometemos ese error, convirtiendo nuestra conversación en una letanía de lamentaciones, cuando lo que debemos es agradecer y exaltar su nombre en primer lugar.
Dios siempre sabe cuales son nuestras necesidades y anhelos, a veces no tenemos que pedir nada para que el Padre haga, basta con que lo busquemos en oración para que Él nos oiga y responda sin tener que pedir.
Siempre escuchamos que la oración eficaz del justo puede mucho y es cierto.  Ejemplos en la Biblia existen por miles: Cuando Pedro cayó preso, la iglesia oró sin cesar (Hechos 12:5); Ana oró a Jehová y éste le dio a Samuel (1 Samuel 1:10-11)
No dejemos de orar, desechemos cualquier pensamiento que nos impulse a pensar que orar no es suficiente y que todo se puede por nuestras fuerzas, pues eso no es cierto. La oración es esa arma poderosa y la única que tenemos para estar en la presencia de Dios.  (Marcos 13:33)
Oremos: Señor, que mi oración no se agote, ayúdame a anhelar tu presencia. Que mi oración sea ese perfume grato a ti y que mi lámpara nunca se apague.
Autor: Aleika De León de González

Miércoles 20 Febrero – Tiempo de Intimidad

“Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.”
Isaías 26:9
Cuando más aprendamos a estar en la presencia de Dios, a oír su voz y disfrutar de su quietud, mayor intimidad con Él desarrollaremos.  La intimidad es una relación de amistad muy estrecha, muy cercana y de gran confianza.  No con todas las personas tenemos tiempo de intimidad.  Pero con Dios es diferente, debemos anhelar y buscar ese tiempo.  Es algo que debe nacer de nosotros.   Debemos tener sed y hambre de su presencia y entre más sea la intimidad que tengamos con Dios más podremos ver sus maravillas.
Como dice Isaías “..mi alma te ha deseado en la noche…. madrugaré a buscarte…” Así debe ser mi relación con Dios una constante búsqueda, de mañana y de noche.  No es tarea fácil pero se desarrolla creando un lazo de dependencia y necesidad de Dios, así lo hizo Jesús y por ello su relación con Dios Padre fue tan intima (Juan 14:12)
 Jesús buscaba a Dios en ese lugar secreto, su intimidad con Dios era constante, a través de la oración, para tener esa comunión, su vida fue completamente entrega a esa intimidad con su Padre (Lucas 5:16; Marcos 6:46; Juan 17:1-26; Lucas 22:41)
Lo mismo hizo David (Salmos 61:4 – Salmos 63:1), aunque tenían la certeza de que Dios siempre estaba con ellos, seguían teniendo la necesidad de tener tiempo de intimidad con EL.
Esa intimidad se encuentra cuando vamos a ese lugar secreto, a esa morada espiritual donde nos encontramos con Dios.  Como en toda relación la intimidad no va a surgir de la noche a la mañana, será un proceso, pero nosotros tenemos una parte fundamental en el mismo, debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo para llegar al Padre y ser sus hijos.
Oremos: Padre, anhelo tu presencia, anhelo nuestro encuentro diario, permite que mi búsqueda de ti crezca cada día, que nuestra relación sea de día y de noche, para que la intimidad de la misma sea profunda y oírte y esperarte sean mis constantes.
Autor: Aleika De León de González

Martes 19 Febrero – Tiempo de quietud

“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.”
Isaías‬ ‭30:15‬ ‭RVR1960‬‬
En ocasiones, cuando estamos en ese lugar secreto en la intimidad con el Señor debemos guardar silencio para esperar en Él, para esperar lo que Él tenga que decir o hacer por nosotros. Debemos permanecer en quietud. Y si nos dejamos llevar por este mundo acelerado donde la recompensa es inmediata y no tenemos la paciencia suficiente para esperar, para aguardar, entramos en desesperación en lugar de disfrutar de nuestro tiempo de quietud.
Pero que es la quietud? Es un período de reposo donde hay falta de movimiento.  Desde el punto de vista espiritual, la quietud es la ausencia de ruido espiritual.  Es el espacio en el que podemos disfrutar de la tranquilidad y serenidad que nos da Dios al haber entrado a ese lugar secreto donde oímos su voz.
Al permanecer quietos en silencio nuestros pensamientos pueden fluir y ordenarse, podemos oír el susurro de la voz de Dios y seguir el camino que nos señala.  En ese tiempo de quietud solo estamos Dios y yo.
Como indica Isaías en ese reposo y descanso seremos salvos. No debemos temer entrar en ese tiempo de quietud. Por el contrario debemos buscarlo, es en ese momento en que leer la Biblia será todo un deleite y la oración fluirá desde lo más íntimo de nuestro ser.
Anhelemos ese tiempo de quietud, no lo desaprovechemos y permitamos que el Espíritu Santo tome control de nuestra vida.
Oremos: Amado Padre, quita de mi toda velocidad, aminora  mis pasos, disminuye mi intensidad y permíteme permanecer sereno y quieto delante tuyo, descansar en tu regazo para así poder oírte y saber que camino seguir. Quita de mi todo temor a tu silencio y dame certeza de que en ese remanso de paz tú estás actuando.
Autor: Aleika De León de González

Lunes 18 Febrero – Oír su voz: Susurro

“Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?”
‭‭1 Reyes‬ ‭19:11-13
Muchas veces anhelamos oír la voz de Dios, que nos hable alto y audible, que nos impresione con su voz y cuando eso no pasa nos desanimamos y dejamos de permanecer en su presencia, aminoramos su búsqueda sin darnos cuenta que Dios nos habla en susurro, que nos dice cosas al oído para que sólo nosotros las escuchemos.
Elias escuchó ese susurro, fue ese silbido delicado, lo que llamó la atención de Elias y supo que Dios le hablaba. No fue el viento fuerte ni el terremoto ni el fuego la forma en que Dios le habló, fue en un silbido, en un susurro.
Pero porqué en susurro? Porque Él nos ama tanto que se acerca a nosotros y nos habla cerquita al oído para que solo nosotros lo escuchemos. Pero para oír su voz debemos estar en contacto con Él, debemos permanecer atentos a su llamado.  No te alejes, insiste, búscalo, no desmayes, anhela su voz, oye su susurro.
Invita al Espíritu Santo a hablar contigo; cuando fue la última vez que lo hiciste? Esta no es una tarea de una sola vez, es algo constante que debemos hacer parte de nuestra rutina diaria, que debe ser como respirar.  Entre mas lo hagamos mas oiremos su voz y no nos quejaremos de que Dios no nos habla.  Él siempre lo hace pero somos nosotros los que no oímos, los que queremos que sea el quien nos busque sin ser nosotros los que entremos a ese lugar secreto a oírlo.
Oremos: Amado Padre permite oírte, háblame aquí estoy delante tuyo listo a oír tu susurro, acércate a mi oído y dime lo que buscas en mi , ¿cuál es tu propósito conmigo?. Heme aquí dispuesto a escuchar tu voz.
Autor: Aleika De León de González

Viernes 15 de Febrero – Escuchando su Voz

El hombre fue creado con la capacidad de escuchar y comprender la voz de Dios. El resto de la creación carece de esta cualidad. Lamentablemente el hombre ha perdido la capacidad de discernir la voz de su Creador, pues hay muchas otras voces compitiendo a su alrededor. Entre ellas, está la de los deseos personales, las voces de otras personas y por supuesto, la voz de satanás. Sin embargo, en su obstinado amor, Dios sigue hablando a la humanidad para darle el perdón de los pecados, la salvación del alma, dirección en la vida y la eternidad en sus moradas eterna.
¿Qué es realmente escuchar la voz de Dios? ¿Cómo es eso? ¿Qué medios usa? En primer lugar, Dios usa Su Palabra. Desde los días en el jardín del Edén, Dios habla a los hombres aún después del pecado de Adán y Eva. Dios no cerró el canal de comunicación. Por el contrario, en su misericordia prometió la redención imprescindible para que el pecado no se interpusiera entre el Dios Santo que es y sus criaturas. También, Dios ha hablado a través de sus profetas, de la revelación escrita y finalmente, ha hablado por su Hijo. Así es, Dios se hizo hombre y habitó entre los hombres. Así comunicó, de la manera más sublime, su más sublime amor, gracia y misericordia.
Jesucristo, Emmanuel, Dios con nosotros, sigue hablando  a través de la proclamación del evangelio, a través de la Biblia, a través de sus siervos que predican su mensaje y a través del testimonio de su pueblo. Pero también hay una manera muy personal y directa para hablar a cada persona y es a través de su Espíritu Santo, de quien Jesucristo dijo: “Él me glorificará porque tomará de lo mío y os lo hará saber” Juan 16:14. El Espíritu Santo es quien escudriña lo profundo del corazón, quien descubre los secretos del alma y quien revela al Salvador Jesucristo. Si, es una comunicación espiritual porque “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón” Proverbios 20:27. Así es, el Espíritu Santo susurra la voz de Dios a aquellos que le aman, le adoran, le buscan en oración, meditan con quietud en Él, se deleitan en su presencia, aman Su Palabra y le ponen por obra.
Los cristianos deben tener sus oídos espirituales apercibidos “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo…” I Tesalonicenses 4:16. La voz de Jesús, la más importante.
Autor: Rvdo. Tony Pérez.

Jueves 14 Febrero – ¡No te dejes eclipsar!

Jonás se enojó muchísimo, pues no le gustó que Dios…; Muy molesto, le dijo a Dios: ¡Ya lo decía yo, ¡mi Dios, ya lo decía yo! … Por eso quise huir lejos de ti. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y es difícil que te enojes…  A mí me molesta eso; prefiero que me quites la vida. Si vas a ser así, mejor mátame. Jonás 4:1-3 (NTV).
El autor de estas palabras es a quien llamo “El Jonás frustrado”.  ¿Cómo no estarlo cuando tu expectativa era de destrucción, pero la realidad fue de oportunidad?
Antes de avanzar, hay un concepto que quisiera introducir: Eclipse; en un contexto general, dos de sus definiciones son:
  1. Ocultación transitoria, total o parcial, de un astro debido a la interposición de otro astro.
  2. Deslucimiento de una cosa o una persona por parte de otra que se muestra más importante, más bella, etc.
Las palabras de Jonás son el ejemplo de una persona audiovisualmente eclipsada. La frustración se interpuso y se volvió más importante que la voz y la voluntad de Dios. Aunque continuaba llamándole “mi Dios”, no podía ni quería escucharlo y le era imposible ver más allá de la mera situación que tenía en frente. Aun después de haber estado en intimidad con Dios, no era capaz de anteponer la voluntad de Dios sobre sus propias expectativas de éxito.
“Un día en el lugar secreto no garantiza que estarás listo para abandonar tus expectativas”.
“Puedes seguir llamándole “mi Dios”, y aun así mantenerte eclipsado”.
He aquí la importancia de mantenerse en el lugar secreto. El atender a nuestra cita diaria es la puerta que le abrimos a Dios para que perfeccione su obra en nosotros. Pero una puerta que se abre sólo cuando las situaciones “lo ameritan” o “lo permiten” no garantiza que estemos continuamente, siendo enteramente perfeccionados a la imagen de Cristo. Quien no esté dispuesto a abandonar la intermitencia, no estará listo para abandonar sus expectativas. Podemos seguir  llamándole “mi Dios” y seguir amándolo, pero necesitamos estar preparados para enfrentar los eclipses y eso sólo lo logramos intimando.
Te invito a reflexionar en estas preguntas: ¿qué tan frecuentemente abro a puerta del lugar secreto? ¿eso bastará para ser perfeccionado?
Toma un tiempo para abrir la puerta, entrar humildemente y preguntarle: ¿qué expectativas frustradas están eclipsándome?
Autora: Keila Alabarca

Miércoles 13 Febrero – Tierra firme

En los dos últimos días hemos extraído dos principios del libro de Jonás:
  1. Lo que hace que una persona pase de huir a obedecer la voz de Dios es estar en intimidad con Él.
  2. Las pruebas son un llamado a despertar e intimar. En esta ocasión te invito a descubrir qué le esperaba a Jonás luego de tres días y tres noches disfrutando a plenitud de la compañía del Padre: “…Entonces el Señor dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme” Jonás 2:10 (NVI).
¡Qué maravilla entrar a un lugar estando a punto de morir en un mar azotante y salir de ahí tocando tierra firme! Resulta que al salir del lugar secreto (el pez), Dios no nos lleva de vuelta al azote; sino a un lugar donde puedes ver las pruebas desde lejos con otra perspectiva.
Pasar tiempo en el lugar secreto nos hace ser menos nosotros y más Él; nuestra identidad es completamente expuesta ante Su perfección y Su sola “presencia trae libertad”; allí “nos hace más y más parecidos a Él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen”. II Corintios 3: 17-18 (NTV). Te preguntarás ¿cómo es Su gloriosa imagen?, te diría… ¡piensa en Jesús! Él también fue probado. Pero ¿Con qué perspectiva veía sus pruebas? ¿las veía desde tierra firme o era azotado por ellas? Verte en Su espejo te permite examinar tu grado de transformación.
Para cumplir su propósito en esta tierra, Jesús además de poseer una identidad divina, tenía una relación estrecha con el Padre. Él dijo a sus discípulos: “Yo sólo hago lo que el Padre quiere que haga. Él hace sus propias obras por medio de mí” Juan 14:11 (TLA). Para hacer lo que el Padre desea, debemos “escuchar” lo que desea y para tener claridad de su voz, debemos parecernos a la imagen de Jesús; así, el Padre tendrá total libertad de hacer sus obras a través nuestro.
Te invito a que en este momento, entres a lugar secreto y permitas que el Padre te lleve a tierra firme, ábrele tu corazón y deja que te transforme. No importa cuan grande sea tu prueba, ¡Él todo lo puede!
Autora: Keila Alabarca

Martes 12 Febrero – ¡Levántate!

De pequeña escuché muchas veces esta frase: “hay quienes sólo buscan a Dios cuando tienen problemas (pruebas)”. Hoy me pregunto, ¿no será que estaban dormidos y la prueba les hizo despertar? Creo que algo así pasaba con Jonás.
En su primer encuentro con la voz de Dios, la primera indicación que recibió fue: ¡Levántate! (1:2). Luego, mientras huía – se volvió a dormir, pero esta vez se desarrollaba una escena determinante para toda una embarcación:  El Señor mandó un poderoso viento sobre el mar, el cual desató una violenta tempestad que amenazaba con despedazar el barco… Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, así que el capitán bajó a buscarlo… (y) —le gritó—. ¡Levántate y ora a tu dios!  Jonás 1:4,6 (NTV)
Me ha pasado como Jonás varias veces, me he dormido profundamente obviando las tormentas a mi alrededor.  Pero he sido testigo, de que el levantarme y caer al mar ha creado atmósferas de paz que han calado en la fe de otros, así como lo hizo en los marineros (Jonas 1:16 NTV)
Caer al mar es estar dispuesto a pelear la batalla mientras hay olas de problemas, vientos de maldad y tempestades de soledad. La disposición sigue presente porque el haber estado dormido no significa haber olvidado el poder de Dios. Por eso en medio de la tormenta, Jonás “recordó al Señor (y) Elevó una oración sincera hacia Él” (2:7). Estando en el mar embravecido, entró al  lugar secreto (el pez), su oración sincera no sólo fue para salvación, también le permitió intimar.
Te invito a reflexionar: ¿qué estoy haciendo por las tormentas que hay a mi alrededor? ¿las estoy dejando azotarme?  O ¿estoy despierto elevando una oración sincera hacia Dios?
Aprovecho para recordarte que, aunque sean muchas las pruebas ¡sólo son por un breve tiempo! (I Pedro 1:6).  La prueba no es para destruirte sino para despertarte, es una oportunidad para regresar al lugar secreto. Te animo a abrir la puerta del lugar secreto con una fe renovada cada día.
Apártate un momento y en tus propias palabras “eleva una oración sincera”.
Autora: Autora: Keila Alabarca