“Y ellos discutían entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta Jesús, les dijo*: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido? T ENTIENDO OJOS, ¿ NO VEIS? Y TENIENDO OÍDOS, ¿ NO OÍS? ¿No recordáis cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Doce. Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Siete. Y les dijo: ¿Aún no entendéis?”
Marcos 8:16-21 LBLA
El Señor estaba cruzando en una barca desde Dalmanuta a la otra ribera. En la travesía, los discípulos estaban preocupados porque habían olvidado traer comida para el viaje y sólo contaban con un pan para alimentar a todos los que viajaban. En el viaje, Jesús les hace la advertencia sobre la levadura de los fariseos y Herodes, que los discípulos interpretaron como un llamado de atención, por no haber traído provisiones para el viaje. Es evidente que el mensaje dado por Jesús fue en lenguaje figurado pero los pensamientos de los discípulos se dirigían estrictamente a lo material, sin embargo Jesús estaba utilizando una vez más ilustraciones de la vida cotidiana para ilustrar las verdades del Reino. El Señor se estaba refiriendo a la levadura desde una perspectiva espiritual, en este sentido la misma tiene un significado negativo, ya que la función de ella es extenderse por toda la masa y cambiar la naturaleza de la misma, operando exactamente igual como el pecado, el cual hace con el hombre de la misma manera. Ambas tienen la tendencia a incrementar gradualmente su esfera de acción e influencia.
Hoy en día, podemos tener los ojos abiertos, otros, los oídos abiertos, pero sin lograr abrir nuestra mente. Poseemos estructuras mentales tan marcadas en nosotros que no logramos ver la realidad que nuestro Padre Celestial nos muestra a diario. Muchas veces creemos que Dios debe operar de cierta manera, porque así lo hizo con nuestros padres, líderes y conocidos, o que debemos seguir patrones religiosos para que de esa manera seamos agradables a Él, y entonces pueda manifestar su Gloria a través de nosotros. Soy hija de padres cristianos, siempre escuche de Jesús en mi entorno, mis amigos, mi familia, mi círculo más cercano me hablaba de Jesús, pero no fue hasta que tuve un encuentro real con mi Padre Celestial, qué empecé a vivir y a disfrutar de mi identidad como hija, en donde entendí que nada de lo que pueda hacer me aleja de su amor, en donde comprendí que mi Dios es un Dios creativo y se deleita en mí. Si Dios operó de cierta manera en el pasado, no quiere decir que lo hará de la misma forma a través de mí. Dejemos de encapsular al Dios vivo en nuestras estructuras mentales, como si se tratara de una receta de cocina para lograr el mejor pastel. Empecemos a conocerle, vivamos esa relación que Él anhela disfrutar con nosotros a diario, y permitamos al Espíritu Santo transformar nuestras mentes.
Si interpretamos parcialmente las Escrituras, el Reino no se manifestará de la forma correcta. Si la interpretamos de forma errada, el poder del Reino simplemente no se manifestará. Por el contrario, si interpretamos correctamente y estamos atentos, entonces presenciaremos la verdadera y plena manifestación del REINO DE DIOS a través de nuestras vidas.
Como jóvenes estamos diariamente expuestos a los afanes de este mundo, en donde la realidad que se nos enseña es la autosuficiencia, la independencia o la libertad. Como hijos, debemos vivir en la realidad del Padre, entendiendo quienes somos en Él, pero para poder entender y vivir esta realidad, es necesario convivir con nuestro Padre Celestial a diario. Dejar de imaginar una realidad sobre Él, que probablemente es la realidad que toda la vida hemos visto o escuchado a través de otras personas, dejemos de imaginar sobre un Dios lejano al cual no conocemos, y empecemos a convivir con Él. Comencemos a romper las estructuras mentales que nos mantienen lejos de su amor y de la manifestación de su poder a través de nuestras vidas. Estructuras que simplemente nos frenan a madurar en nuestro carácter, para estar a la altura que se espera de nosotros para el momento en el que nos encontramos. Romper con estas estructuras nos permitirá poder entrar en el reino sobre natural de Dios para que no nos pase cómo a los discípulos, quienes aun teniendo al mismo Creador y Sustentador del universo con ellos, seguían preocupándose por el pan.
Autor: Jahely Zapata