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Viernes 8 Marzo -Su cuidado hacia nosotros
Una mañana de octubre de 1942, el capitán Eddie Rickenbacker y su tripulación de ocho hombres, se le asigna una misión de realizar un vuelo de espionaje sobre el pacifico, para personalmente enviar un mensaje secreto al general Douglas MacArthur. El avión en donde iban un B-17D, había sufrido un desperfecto en su tablero de controles, provocando que la tripulación a bordo se desviará cientos de millas de su destino original, obligándolos a aterrizar en una zona del Océano Pacifico.
Logran salir de la nave y por ocho días sobreviven en una balsa, sin agua y sin alimentos. El Capitán Rickenbacker era un cristiano con una fe excepcional, todas las mañanas hacia su devocional cautivando la atención de su tripulación. Ese octavo día luego de orar a Dios en su devocional, deshidratado, y casi inconsciente las esperanzas de sobrevivir se desvanecían, echó su cabeza hacia atrás apoyándola sobre la balsa, mientras cubría su cara con su gorra. Y de repente en medio de la nada del vasto mar, una gaviota se posó sobre su cabeza, todos permanecieron muy quietos, mientras que el capitán, entendiendo que se trataba de una gaviota, la agarró en un rápido movimiento. La tripulación se pudo alimentar y con los intestinos del ave, usándola como carnada, pudieron pescar y así sobrevivir hasta ser rescatados un mes después.
El Capitán Rickenbacker ya había sufrido un accidente de aviación previo, y entendió que el cuidado del Maestro siempre estuvo a su disposición. A veces, decimos: “wao, me salve de a suerte”, o “casi no la cuento”. Ignorando que la mano de Dios estuvo guardándonos. Ese cuidado y amor incondicional, nos lo muestra Jesús con su relación personal con Dios, el vivía y disfrutaba la protección de su Padre Celestial todos los días. No vemos un Jesús preocupado de su seguridad, el descansaba porque sabia que estaba bajo el abrigo de su Padre. Y de la misma forma nosotros a pesar de nuestras fallas, pecados, y rebeliones, tenemos acceso a esa protección. Su amor que es tan grande, nos da esa paz que sobrepasa todo entendimiento, que guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús.
“El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del Todopoderoso. Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío, confío en ti».” Salmos 91:1-2 PDT
La protección de Dios viene por decidir habitar bajo su sombra. Cuando habito bajo su sombra, decido estar bajo su autoridad. Su protección es algo inherente de su habitación. Por eso dice su Palabra, que el que habita se acoge a su protección. No es algo que se busca, es algo natural de nuestro Padre Celestial. Todo buen Padre anhela proteger a su hijo y a diferenciar de un padre terrenal, nuestro Padre Celestial es omnipresente, puede y quiere protegernos de todo mal.
Cuando entendamos que estamos a la sombra del Omnipotente, que Él es nuestro refugio, que es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación, que ninguna arma forjada contra mi prosperará, que Torre Fuerte es su nombre y que a Él correrá el justo y levantado será. Entonces, entenderemos su amor y su cuidado incondicional, ayudándonos a permanecer cada vez más cerca de Él.
Eddie Rickenbacker en los últimos años de su vida, los vivió cerca de un muelle y todos los viernes en las mañanas llevaba una bolsa llena de langostinos frescos y se los llevaba a sus amadas gaviotas, en agradecimiento por el sacrificio que una de ellas hizo por salvar su vida y la de su tripulación, y de la misma manera Jesús murió por nosotros, y resucitó pagando con su sangre el castigo de nuestro pecado y hoy tenemos la esperanza de una vida eterna con Cristo.
Les invito a preguntarle al Espíritu Santo por todas esas ocasiones en donde el ha tenido cuidado de nosotros, de seguro te recordará alguna ocasión en donde sin estar consiente de la situación, Él tomó control de todo. Demos hoy gracias a Dios por todo su cuidado y amor que tenemos sin merecerlo.
Dios los bendiga!!
Autor: Gerardo David
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Cuanto más tiempo pasó con Dios más le conozco. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el padre, y con su hijo Jesucristo. “ 1 Juan 1:3
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A medida que le conozco, aprendo de su voluntad y esto me permite alinear mis decisiones diarias a su propósito en mi vida. Él es luz y su luz me permite ver por donde transitar, si estoy cerca de Él sabré cual es el camino por debo transitar. “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porqué a ti he elevado mi alma” (Salmos 143:8) “y esta es la confianza que tenemos en él, qué si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14)
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Allí puedo llevar todas mis cargas y necesidades a Dios y así depender de el. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6) “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)
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Cuando paso tiempo con Dios, Él me capacita para producir fruto. “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros os pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él , este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:4-5)