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Devocional

Una invitación

Una invitación

El llamado de Jesús de seguirle es una invitación a conocerle en intimidad para que desarrollemos una relación de confianza con su persona con el fin de poder crecer a su estatura.
Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:19 -20 BLA
El pasaje anterior hace una invitación a la iglesia primitiva a comenzar la labor que Jesús hizo con ellos: discipular. Discipulado viene del latin “discipulus” y este de “discere”  o sea el que aprende o que se deja enseñar. La palabra disciplina tambi’en deriva de “discipulus” que quiere decir el orden necesario para poder aprender.  En otras palabras el discipulado es una invitación a caminar con alguna persona hasta formar un lazo de intimidad que me permita enseñar aquello que he aprendido. Esto va ligado de una actitud de querer aprender del que se le enseña y de tener algo para enseñar por parte del maestro. Los discipulos no fueron a discipular luego de escuchar un par de enseñanzas de Jesús, al contrario caminaron todo el tiempo con el maestro hasta el momento de estar preparados para poder enseñar a otros.  Esta enseñanza dista muchísimo de solo compartir un conocimiento teórico,  iba más allá de tener sentado a alguien solo para que te escuche por una hora. Es en realidad un acompañamiento hasta lograr ven un crecimiento genuino de las personas que son enseñadas. Esto fue lo que hizo Jesús con sus discípulos más que enseñar algo teórico, Él vino a mostrar su vida y que a través de su caminar ellos pudieran conocerle para alcanzar la estatura del varón perfecto.
Como iglesia hemos sido llamados primeramente a ser discípulos de Jesús, el cual  prometió estar a lado nuestro en todo tiempo como indica el pasaje con el que iniciamos. Este acompañamiento es  necesario para poder crecer y el mismo se da hoy en día a través del Espíritu Santo que nos instruye y guía a toda verdad, pero cuando iniciamos el camino es necesario tener alguien que nos instruya y nos guíe como niños pequeños a conocer a Jesús. ¿Qué es lo primero que hacemos cuando llegamos a un lugar que no conocemos? – Preguntamos en alguna recepción si nos pueden dar direcciones hacia algún punto que deseamos ir. Lo mismo ocurre con la vida cristiana, cuando iniciamos no sabemos como llegar a Jesús y alguien debe guiarnos en esos primeros pasos hasta que pueda empezar a conocerlo. Este fue el discipulado que Jesús le pidió a los apóstoles: “enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado”.  El fin del discipulado no es que la persona me conozca a mí, sino que se acerque cada vez más a la persona de Jesús.
La iglesia de Cristo ha sido llamada a discipular naciones pero no para llenar templos, sino para que las personas sean llevadas a conocer a Jesús con el fin de que la iglesia pueda alcanzar la estatura del varón perfecto; a la medida de la plenitud de Cristo.  Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;  Efesios 4: 11-13
Tome un tiempo para analizar su posición actual, comience haciéndose las siguientes preguntas: ¿Estoy en la capacidad de discipular? ¿O necesito ser discipulado?.  Esto no tiene que ver con los muchos años que tiene en la iglesia, muy por el contrario debemos preguntarnos si realmente tenemos  una relación intima con Jesús al punto de conocerley  si es así entonces estamos en la capacidad de llevar a otros a conocerle.
Es tiempo de romper ciertos conceptos que han impedido de que como iglesia seamos discipulados o que estemos discipulando a otros. Durante este mes estaremos conversando más sobre este tema y esperamos que sea de bendición para todos.
Autor: Jonathan Zapata